"Que no se puede evitar, eludir o detener"
Stephan correspondió el beso, lo siguió, volviéndolo cada vez más intenso, le tomó la cabeza, desde su nuca al igual que ella a él, aún sobre las hebras de su cabello la mantuvo cerca, devorándole los labios, la guiaba para abrir la boca, ladear su cabeza y morderle el labio inferior. Flexionó ligeramente las rodillas para así estar a su altura, colocó las manos tras sus rodillas y la alzó, haciendo que las piernas de Diane le rodearan la cadera, caminó hasta una pared, sin separarse de su boca, ella le tomó el rostro, evitando cualquier distancia entre ambas bocas, pronto sintió como la espalda le chocaba contra una fría pared, la tela del vestido no llegaba a cubrirla, por lo que se removió entre las manos contrarias. Stephan decidió bajar, pudo soltarla ya que el peso de Diane quedaba sujeto entre su cuerpo y el mármol tras ella, tenía las manos libres, cosquilleaban por recorrer su piel, así que las complació, se dejó llevar hasta por debajo del vestido, subiendo desde las rodillas, llegando a ambos muslos, fue entonces que apretó aquellas zonas, al mismo tiempo soltó la boca de su esposa, ella lo había mordido, podía saborear su propia sangre y el ardor de la herida, Diane lo miró, sus ojos estaban oscuros pero brillaban al mismo tiempo, como un diamante en medio de la oscuridad.Pasó la lengua por la parte abierta, asegurándose de que poco a poco el sangrado disminuyera, en ese pequeño lapso de tiempo no estuvieron en silencio, sus respiraciones los acompañaban, Stephan se abalanzó sobre Diane una vez más, ahora para besar su cuello, sin miedo ni vergüenza abrió la boca antes de unir sus labios con esa piel lechosa, no solo succionó cuál helado derritiéndose, también la mordió, continuo ese proceso desde allí hasta sus clavículas, cuando el vestido le impidió el paso, gruñó entre dientes.
— Te queda muy bien, pero quiero romperlo —Alzó la mirada con dirección a ella, que debido a la posición, parecía más alta—
Entre jadeos y unos ojos menos intimidantes, pudo responder.
— Si lo rompes lo pagas —Quiso bromear—
A Stephan se le formaron unas líneas de expresión en la mejilla, justo alrededor de su comisura izquierda, al levantar una media sonrisa.
— Te puedo comprar 20 más cariño
Volvió a besarla, ella cerró las manos en su cabello, jalando apenas, sin embargo, bastó para arrebatarle un quejido, se separó para tomar aire y le atacó la boca una vez más, aún tenía ambas manos en sus piernas, hundiendo los dedos entre dichos músculos, podía sentir como la piel le sobresalía por los dedos y decidió ir más allá, apretando salvajemente uno de sus glúteos. Diane cortó el beso al instante, mordió su labio inferior y pegó la espalda a la pared, entonces Stephan aprovechó aquella distancia para llevarla a la cama, tomó con fuerza uno de los hombros del vestido para jalarlo, haciendo que este se deslizara fácilmente por el cuerpo de Diane, esa fue la primera vez que la veía totalmente desnuda, exceptuando su ropa interior.
No había forma de describirla, tenía una cintura marcada, caderas anchas y muslos gruesos, suaves, con la forma adecuada, sus pechos eran medianos, sin embargo, perfectos para la complexión física que poseía. Diane se dejó caer sobre las cómodas cobijas, sin acostarse por completo, apoyó un codo desde atrás y mantuvo una rodilla flexionada, era el turno de Stephan. Fue quitando poco a poco los botones de su camisa blanca, una vez libre se la quitó de encima, primero un hombro, después el otro, y al final los brazos, Diane supo disimular muy bien ante la presencia de su cuerpo, con cada movimiento sobresalía un músculo nuevo en sus brazos y espalda, allí pudo apreciar un tatuaje que asemejaba los huesos de esa zona, no estaba segura si era o no anatómicamente correctos, le importaba poco y nada en ese momento, tenía otro, nacía desde su hombro izquierdo y le rodeaba la muñeca, con forma de serpiente, se veían los detalles en las escamas, ojos y lengua. Le siguió entonces su pantalón, tan solo bastó con desabrochar el cinturón, junto al botón y cierre, entonces, igual que el vestido de Diane, cayó al piso, pudo sacar los pies fácilmente mientras apoyaba una rodilla en la cama, acercándose poco a poco a Diane, quedando encima de ella, entre sus piernas.
ESTÁS LEYENDO
Italiano
Teen FictionElla trató de ser perfecta toda su vida y se convirtió en un desastre, él era un desastre, y terminó siendo perfecto para ella. ••• Diane Bennett y Stephan D'Angelo nacieron en cuna de oro, ambos fueron bendecidos, por llamarlo de alguna manera, con...