"Algo que es caótico y hermoso al mismo tiempo."La naturaleza siempre le ha acompañado a la distancia, desde lejos le daba paz, ya fuese su tacto o el poco ruido que generaba. De entre las copas de los árboles lograba escuchar la melodía de algunas aves y a través de su ventana trataba de encontrarlas, paseó la mirada por cada una de sus ramas hasta cansarse, pero su lejanía no ayudaba. Era un día nublado y lluvioso en Londres, de esos que se tiñen de gris y las personas caminan mirando al suelo. Cuál trueno partiendo el cielo en dos, algo atrajo su atención, se la arrebató al paisaje que admiraba tan ensimismado, obligándole a voltear la cabeza y parte de su cuerpo, dándole la espalda al vidrio.
— Stephan —Pronunció aquel hombre, alto, de hombros cuadrados y facciones marcadas, su mandíbula, el contorno de su barbilla, las líneas de su nariz y el relieve de sus cejas destacaba por sobre el hoyuelo izquierdo, y labio inferior grueso que poseía, siendo acompañado de un sedoso cabello castaño y unos brillantes ojos miel— Stephan
— Te oí la primera vez Henry —Respondió con una risa entre dientes, hablando sin alzar a verlo— ¿Que pasa?
Solo percibió como su acompañante se sentaba frente a su escritorio gracias al ruido de la silla contra el piso siendo apartada, pudo divisar algunas de sus características por la visión periférica que le daba sus ojos aún si estaba concentrado en la pantalla de la computadora, no tuvo más opción que detenerse y deshacerse de sus lentes, observando a su amigo.
— ¿Ya hablaste con tu padre? —Stephan rodó los ojos y apoyó los codos en la mesa antes de juntar sus manos—
— Si, tomaré un vuelo mañana por la tarde—Al recordarlo, un suspiro se escapó de sus pulmones y notó un frío alojado en su pecho—
Su amigo no hizo muy buena cara, pero decidió negar la idea de comentar algo al respecto.
— ¿Con Jude cómo va todo?
Justo era la pregunta que no deseaba recibir.
— Me terminó —Dejó al silencio reinar unos segundos— No sé cómo sentirme al respecto aún
— Bueno, estuvieron juntos un año, desearía decir que es poca cosa pero dudo que tú lo sientas así, en cualquier caso lo lamento
Ambos cruzaron miradas, Henry alzó una leve y breve sonrisa hacia Stephan y este correspondió, regresando su atención a la portátil frente a él. Esa fue la señal que Henry necesitó para tomar sus cosas he irse, agradecía no tener que acompañarlo a Italia el día siguiente, no deseaba presenciar semejante golpe de realidad que le estaba por caer a Stephan.
Ese fue el último día que Stephan durmió en Londres, por la mañana decidió tomar un baño de agua fría, de esa que te cala los huesos y corta la respiración, todo para tener el valor de tragarse su ira en cuanto tuviese a Luciano D'Angelo en frente. Al salir del baño se miró en el espejo mientras secaba su cuerpo marcado y firme, producto de años de ejercicio, detalló el tatuaje de una serpiente en su brazo izquierdo que iba desde el hombro hasta la muñeca y aquel que yacía en su espalda, con la imagen de sus huesos. Tiene el cabello tan oscuro como el onix y los ojos tan azules como un zafiro, mirarlo fijamente es perderse en la inmensidad y profundidad del mar en pleno atardecer, semejando ese mismo sentimiento de estar a la deriva. Cual destello, sus perfectos y blancos dientes sobresalían de la piel tostada por el sol que posee, a ellos los adornan unos labios rojizos y gruesos de una longitud mediana entre ambas mejillas hundidas, dando paso a la imagen de sus pómulos y mandíbula. Si subimos por el delgado puente de la nariz, llegamos hasta la intersección de sus cejas pobladas, el inicio de estas se inclinan un poco hacia abajo, dando sombra a sus párpados y la impresión de estar malhumorado.
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Italiano
Novela JuvenilElla trató de ser perfecta toda su vida y se convirtió en un desastre, él era un desastre, y terminó siendo perfecto para ella. ••• Diane Bennett y Stephan D'Angelo nacieron en cuna de oro, ambos fueron bendecidos, por llamarlo de alguna manera, con...