Capítulo Siete: Mamihlapinatapai

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"La mirada entre dos personas en espera que la otra comience una acción que ambos desean pero ninguno inicia"

La mirada le brillaba, destellaba cómo noche de bosque.

Diane sonrió ligeramente nerviosa.

— Bueno, quizá esas 5 horas valieron la pena

— En definitiva lo hicieron —Stephan no dejaba de verla, jamás hacia abajo, fijo a los ojos— Te vez magnífica y la palabra sigue sin ser digna de tu presencia

Diane no sabía que decir, había recibido piropos antes, creía estar acostumbrada, sin dejar la humildad de lado, pero los que pronunciaba Stephan se sentían diferentes.

— Muchas gracias —Fue lo único que logró decir—

Stephan se colocó al lado de su esposa, flexionó el brazo para que sobresaliera el codo y Diane pudiese tomarlo de allí, ella lo rodeó con el suyo y posó delicadamente la mano sobre la suya, estaban listos para irse. El auto condujo casi hasta la capital, parecían ser de 15 a 20 minutos con algo de tráfico. Llegaron a su destino, había una cantidad considerable de gente entrando al lugar, lucía similar a un cine antiguo pero más grande, Stephan replicó su acción anterior para recibir el brazo de Diane y esta lo correspondió, siguiendo a su esposo al interior del salón. Algunos eran conocidos, otros completos extraños, por suerte casi nadie los saludaron y pudieron pasar desapercibidos hasta encontrar sus asientos en uno de los palcos cercanos al escenario.

— ¿Te gusta la ópera? —Preguntó Diane mientras se acomodaba en la silla—

— Depende de la historia, algunas son repetitivas y me aburren ¿Y a tí?

— Me fascinan la gran mayoría, me encanta la pasión con la que cantan, sé que es actuación pero logran hacerlo ver tan real

En media función Diane tuvo que tragarse sus dulces palabras, estaba siendo todo un fiasco, podía ser la calidad, los actores, la orquesta o la organización, pero no lograban llamar su atención y la de Stephan menos, sin embargo él sí encontró como entretenerse.

— Creo que la ópera no fue la única decepción de Grettel esta noche —Se burló Stephan, mirando como Gagnon le hablaba a su hija con cierta efusividad—

Diane volteó, y aunque deseaba seguirle el juego a Stephan, solo pido sentirse identificada con la pobre de Luna.

— ¿Que crees que le esté diciendo?

— No tengo ganas de saber pero tampoco es muy difícil adivinar el porqué de su enojo —Diane se vió perdida— Luna Gagnon fue una de las jóvenes a las que mí madre rechazó como prometida

Diane no pudo evitar sonreír de lado.

— ¿Está molesta por mí?

— Porque me casé contigo, siendo más específicos, además de que los hombres solteros no miran a la joven Luna, te ven a tí —Stephan trataba de ocultar en lo más profundo de su pecho el orgullo que sentía al ser la envidia del 85% de los presentes, Diane no era vista como una suertuda por casarse con él, si no viceversa—

Diane también deseaba negar el hecho de sentirse halagada ante tanta atención, y es que jamás le había gustado ser un foco en medio de tanta gente, pero ahora percibía un ambiente diferente, no de crítica como cuando iba con su madre, si no de admiración. Después de la función hubo una fiesta con cena, Diane y Stephan decidieron quedarse, les asignaron una mesa para ellos solos y comieron muy a gusto entre comentarios banales, bromas, etc, como era de esperarse se levantaron a bailar algunas piezas y no pudieron evitar sonreír al recordar aquel tango en Maldivas.

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