Capítulo 10 , ;

453 69 13
                                    

Y a pesar de todas las indicaciones, Elisa descuidó descaradamente las incisiones en su cuello. Eso fue lo que le llevó a, apenas media semana después, caer enferma.

Terriblemente enferma. Probablemente sentirse mal consigo misma ayudó, ya que lo mental está claramente conectado a lo físico.

Después de un día notando la hinchazón y la dificultad para respirar en su cuello, decidió acudir a la enfermería.

Con la dificultad para respirar habían venido el dolor de cabeza y los mareos.

Una de las mujeres que se encargaban del lugar la atendió. Era dulce y honesta, y le preguntó con suavidad que qué había causado esas heridas. Elisa realmente no supo que responder. Se limitó a negar con la cabeza, ya que no sabía muy bien como salir de la situación.

De todas formas, la mujer, llamada Rita no presionó, y a la chica más joven le dió la sensación de que ya sabía.

"Debiste haber venido antes. Se ha infectado y podría ser muy grave. ¿Acaso no sabes nada básico de enfermería? "

Murmuró un 'lo siento' con la cabeza gacha, mientras que la otra mujer le avisaba de que estaría en la enfermería bajo supervisión al menos un par de días.

" Pero... Se supone que debo cuidar de los invernaderos personales de nuestra Señora, no puedo dejar atrás esa responsabilidad. "- Dijo angustiada.

" Avisaré a Donia para que le diga a Lady Dimitrescu que no estás en las correctas aptitudes. "- En un tono ciertamente tranquilizador le respondió.

Y Eliza tuvo miedo. Realmente. Porque no sabía cómo reaccionaría su ama, porque no sabía que diría Miranda y porque simplemente ya no podía respirar casi en absoluto.

Y ahí fue cuando todo se apagó.

<𓆗𓆗𓆗>

Ni siquiera ella misma sabía lo que pasaba por su cabeza. Estaba en el invernadero, pensando en aquella niña. Su sangre en sus uñas, y como había tenido que rasparla después de que se secara por las horas de charla que siguieron cuando Elisa se fue.

Había seguido todos sus horarios, buscando una pista que demostrara que estaba bien, después de haber trabajado durante una semana sin apenas salir de su despacho.

Pero no estaba, en ningún lado. Y la madre superiora comenzó a preocuparse, realmente.

Fue a su dormitorio. Buscando entre sus cosas, encontró lo que buscaba.

Después de tantos días sin notar su olor, y después del contacto tan profundo que tuvieron apenas una semana atrás, se sentía necesitada.

Aquel pañuelo. Con la sangre de Elisa. Después de tanto tiempo, aún conservaba algo de su olor. Recordó con agridulce sensación de como se asustó al notar que algo estaba mal. Quizás pensó que era preocupación por el estado del pañuelo, pero no, era hambre.

Y entonces tuvo una idea. Una quizás poco ética, pero, demonios, ese era su convento, y ella iría a donde deseara.

Después de recorrer el convento, llegó a la habitación de la joven. Estaba francamente ordenada y limpia. Los muebles, humildemente decorados con suaves azules, estaban prácticamente vacíos, ya fueran sus cajones o los diversos compartimentos.

La cama estaba hecha, y apenas había una sola arruga en la manta superior, y los grises de las piedras que conformaban la pared contrastaban con el blanco marfil de la cama.

Básicamente la luz que entraba por las ventanas le daba un toque enfermizo, pues el ligero azulado del que estaba coloreado la iluminación hacía parecer todo un poco más frío y abandonado.

Los juegos del diablo ,;  Lady Dimitrescu x femDonde viven las historias. Descúbrelo ahora