catorce

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Geto y Gojo estaban en una misión, otra vez, Nanami seguía en la oficina de Yaga-sensei y Utahime estaba de vuelta en Kioto. Estaba sentada en una de las mesas de la cafetería rezándole a todos los dioses no volver a tener una escena como la ocurrida con Takumi. Afortunadamente, todos parecían observarme o, de forma amigable, o llena de miedo, debía agradecerle a Gojo por estp último. Había notado un cambio repentino estas últimas semanas, todos parecían respetarme más. No que no lo hicieran antes, pero claramente había una asociación al miedo de faltarle el respeto a la mejor amiga de alguno de los dos hechiceros más poderosos de la escuela. Todo se sentía diferente. Me sentía...especial. Como un miembro activo de la sociedad. 

Al terminar de comer, recogí mi bandeja al bote de basura, sacudí mis manos y acomodé mi mochila sobre mis hombros, lista para encerrarme en mi cuarto y leer por un par de horas. 

"¿Nanami sigue vivo?" escuché una voz detrás de mi, dos chicas susurraban entre ellas de la forma menos sutil posible. Sonreí discretamente. 

"Wow...se ve muy bien." dijo la otra, me di la vuelta sutilmente. 

Busqué a Nanami con la mirada y sonreí al verlo entrar por el pasillo, caminaba completamente erguido, se veía sano, fuerte, un poco más delgado que antes, pero estaba bien. Nanami sonrió al encontrarme, también me estaba buscando entre todos nuestros compañeros. Caminó directamente hacia mí, me acerqué a él dando pasos lentos. 

"¿Ya como nuevo, Nanam-...?" 

Sus manos en mi rostro y sus labios sobre los míos me interrumpieron. Mis ojos se mantuvieron abiertos por más tiempo del que me gustaría admitir, pero en cuanto entendí qué es lo que estaba sucediendo ante mí, me dejé derretir en aquel beso. Nanami posó una mano sobre mi cintura y la otra a un costado de mi cuello, sosteniéndome con dulzura. Se separó un par de centímetros y me miró fijamente, todos nos miraban fijamente. 

"Perdón, llevo tiempo queriendo hacer eso y realmente ya no pod-"

Reí y lo besé de nuevo, abrazando su cuello con mis brazos, poniéndome de puntitas para evitar que sea él quien encorve la espalda. Nanami sonrió y posó ambas manos en mi espalda baja, sonrió a medio beso.

"¿Realmente sigo vivo? ¿Esto no es un sueño?" dijo en voz baja, mirándome a los ojos con las cejas hundidas. 

"Más vivo que nunca." dije sonriendo.  "De nada."

(...) 

Un par de horas después, me encontraba debajo de mi cama cubriendo el sonido de mi respiración con la palma de mi mano. Mis ojos estaban completamente abiertos, alerta, mi mente atenta a cualquier posible amenaza, cualquier sonido, movimiento abrupto. 

"Sé que estás ahí, Arai-san..." dijo aquella voz, me eché para atrás, arrastrándome, intentando alejarme de mi puerta a pesar de estar físicamente pegada a la pared y al suelo. "Sal, conejita, sal..."

Abrieron la puerta de mi habitación con una patada, tragué aire, apretando mi mano contra mi rostro, previniendo la salida de cualquier sonido. Mi vista se mantuvo pegada a los zapatos negros paseando lentamente por mi habitación, aquellos botines característicos. Suspiré al ver que después de merodear por un par de segundos se dirigían a la puerta, listos para buscarme en otro rincón de la escuela. 

"Bingo." 

Grité al ver la cara sonriente de Gojo asomarse debajo de la cama seguido de Geto arrastrándome de los tobillos. Comencé a reír intentando librarme de su agarre, Suguru me levantó tomándome de los tobillos, revelando los shorts que me cubrían debajo de mi falda la cual ahora cubría mi rostro. Mi rostro se volvió rojo por la concentración de sangre en él, finalmente Geto me dejó caer sobre la cama. 

promesas rotas; nanami kento (𝑒𝓃 𝑒𝒹𝒾𝒸𝒾𝑜𝓃)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora