trece

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Escuché a los chicos discutir del otro lado de la habitación, sus gritos no eran sutiles, ni silenciosos. Se gritaban entre sí, buscando distintas soluciones para mi estado. Llevaba más de 26 horas pegada a Nanami, quien parecía no querer despertar en lo absoluto. Ni moverse, ni dar señales de vida. 

"¡Osaki-chan no puede mantener su técnica por tanto tiempo!" gritó Gojo.

"¡Entonces yo la sostendré!" exclamó Geto, pude sentir la desesperación en su tono, "Si _______-chan no logra esto, jamás se recuperará..." 

"Puedo aguantar lo que sea necesario, Toru, de verd-" interrumpió Osaki-san, su voz evidentemente debilitada por el constante uso de su técnica en mí. 

"No, Osaki-chan, basta." dijo Gojo. "Geto, lleva más de un día entero así...y Nanami no ha despertado. ¿Qué crees que va a pasar?" bajó la voz, pero no lo suficiente como para no ser escuchado por mí.  "No podemos perder a Osaki en el proceso, ni a tí." continuó, "la amo más que a nada, sabes que sí, es mi mejor amiga y daría lo que sea por ella, y por su felicidad...pero no podemos sacrificar todo, no en un momento así." 

El silencio inundó el ambiente, podía sentir la tensión aún estando en otra habitación. Cerré los ojos, dejando caer las lágrimas por mis mejillas. Miré a Nanami, más pálido, débil que nunca, su expresión llena de paz. 

"Tienes que despertar, Nanami..." dije, mirándolo fijamente, rogando. "¡Despierta, despierta!" grité, escuché a Gojo y Geto entrar a la habitación. "¡Dí algo, maldíceme por no llegar a tiempo, insúltame, por favor!" Grité, alcé la voz como nunca, lo saqué todo. Mis amigos entraron a la habitación. Mi movimiento repentino desactivó la técnica de Osaki. 

"¡__________!" Geto dijo, alarmado. 

Posé mis manos sobre el rostro de Nanami, tirando a la basura horas de trabajo curando su abdomen. Osaki-san tragó aire, cubriendo su boca al ver aquella acción y saber lo que significaba, apretó la mano de Gojo quien miraba la escena devastado, él lo sabía mejor que nadie, me había rendido. Y yo jamás me rendía. Aunque debía hacerlo. Jamás lo hacía. 

"¡Nanami, por favor! Dí algo..." rogué, acariciando su mejilla, un fuerte tirón me apartó de él, Geto me arrastró hacia el otro lado de la habitación. Un fuerte brazo rodeó mi cintura y me cargó, quejidos y lágrimas resonando por todo el cuarto. 

"¡Tienes que calmarte, Arai-san!" dijo él, agitando mis hombros con fuerza, dándome leves golpes contra la pared. Las lágrimas rodaban por mi mejilla sin parar, lo miraba fijamente, veía el enojo, la impotencia en su mirada. Estaba preocupado por mí, por lo que significaba mi estado tan deplorable, mi debilidad. "No puedes dejarte caer de esta forma..." susurró, tomando mi rostro entre sus manos, obligándome a mirarlo. "Por favor." 

El silencio volvió a apoderarse de todos nosotros. Osaki-san estaba pegada al pecho de Gojo, quien acariciaba con ternura su cabello negro, consolándola. Los miré avergonzada, acomodé mi cabello detrás de mis orejas, y les dediqué una reverencia con la mirada fija en el suelo. 

"Por favor, déjenme despedirme de Nanami." dije en voz baja, las lágrimas cayendo al suelo. 

Todos asintieron, Osaki-san fue la primera en salir de la habitación, luego Geto, Gojo se acercó a mí y me abrazó fuertemente, sin decir una sola palabra, por primera vez en mucho tiempo, no tenía nada que decir, no tenía palabras de aliento, no sabía cómo hacerme sentir mejor. Cerré la puerta detrás de él, y dejé salir todo el dolor acumulado en mi. Pegué mi frente en la puerta, preparándome mentalmente para esto. Me senté a un lado de la cama de Nanami, envolviendo su mano en la mía. 

"Te fallé, Nanami..." dije en voz baja, "d-debí haber estado despierta, debí haberme preparado mejor." las lágrimas no paraban, "no pude salvarte esta vez." dije llorando sobre su pecho, aferrándome a las cobijas a su alrededor. 

promesas rotas; nanami kento (𝑒𝓃 𝑒𝒹𝒾𝒸𝒾𝑜𝓃)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora