21

85 18 6
                                    

Gustabo no era alguien que pudiera expresar sus sentimientos con facilidad; a veces el contacto físico le incomodaba y poner sus emociones en palabras le era difícil.
Cuando inició una relación pensó que inmediatamente todo se echaría a perder por la falta de esa habilidad, pero fue todo lo contrario, pues Horacio nunca se enojaba, exigía ni reclamaba, le trataba con cuidado y amabilidad aún cuando no hacían lo que pensaba se hacía en una relación normal.

Los abrazos a veces le asfixiaban, pues su pareja era alguien muy efusivo, pero con el paso del tiempo el teñido entendió sus límites y se acopló a ellos, y las muestras de cariño se reducieron a tomarse de la mano, pequeños besos y a veces acurrucarse en algún lado donde tuvieran privacidad. A veces se sentía culpable, porque Horacio daba todo de sí para entenderlo y se controlaba mucho para no incomodarlo, pero, ¿Gustabo qué hacía por él?.

Esa misma pregunta rondaba en su cabeza, y entonces un día decidió que era suficiente, porque amaba a Horacio con todo su corazón, y quería demostrarlo de una manera clara y cursi, porque su novio era un romántico de primera y quería superarle por mera diversión.
Pero, ¿qué hacían las parejas?. Por Horacio sabía que tenía que tener detalles, salir juntos, cosas como ser más "cercanos"; por parte de el contrario recibía todo eso, y a su manera solía hacer lo mismo, pero quería hacer algo que lo sorprendiera, algo que pudiera ser tomado como su primer paso para ser más abierto con la persona que amaba.

Investigó una de sus noches libres, y encontró algo que quizás podría servir, aún si dentro de su convicción existiera esa pequeña inseguridad.
Al día siguiente, después de estar patrullando y asegurarse de que había un poco de paz en las movidas calles, decidieron hacer un poco de trabajo de oficina, y pensó que sería buena idea poner en marcha su pequeño plan.
Mientras Horacio se encargaba de revisar y archivar documentos, él estaba organizando libretas y cuadernos con anotaciones a unos cuantos pasos de distancia, un poco ansioso por lo que se venía.

Pasó saliva y para no parecer más nervioso de lo que estaba sujetó lo primero que vio en el escritorio, apretandolo entre sus manos.

— Cariño, ¿quieres salir a tomar algo después de esto? — Por fin preguntó.

El sonido de las hojas desparramándose en el suelo fue la única respuesta, y no quiso ni quitar la mirada de lo que hacía porque claramente sentía la contraria de su pareja en su persona, de forma intensa y fija. ¿Se habría enfadado?, ¿quizás iba muy rápido?, empezaba a arrepentirse de cada una de sus palabras cuando Horacio dio un par de pasos hacia él, anonadado e incrédulo.

— ¿Cómo? — Preguntó, buscando los azules del contrario, pero solo pudo ver como estos estaban exageradamente abiertos como si lo hubiera atrapado haciendo una travesura de las suyas, dejando quietas sus manos con una libreta en ellas — ¿Puedes repetir, Gustabo? —

— N-No tienes que aceptar si no quieres, de seguro tienes cosas más importantes- —

— Repite por favor, ¿cómo me dijiste? —

— Ahm...c-cariño, ¿quisieras salir más tarde a tomar algo? — Habló en un murmullo, aborchonado por volver a decir algo que ahora le parecía el error más grande de su vida.

Otra vez ninguno pronunció palabra, y Gustabo estaba a punto de retractarse y decirle que lo olvidara cuando el teñido prácticamente lo empujó contra la pared, estrechándolo entre sus brazos. Su cabeza quedó apoyada a su pecho, y pudo escuchar como su corazón palpitaba con fuerza, haciendo que el propio enpezara a golpear con la misma intensidad, y apenas tuvo la oportunidad se cubrió el rostro con vergüenza, sacándole una risita risueña.

— ¿Te molesta que te llame así? — Preguntó, amortiguando su voz con las palmas de sus manos.

— ¿Cómo me va a molestar?, soy la persona más feliz del mundo ahora mismo — Gustabo levantó la mirada, topandose con la radiante sonrisa de Horacio — Cariño..., suena tan hermoso que lo digas tú — Se restregó contra él, como un perro que está feliz de ver a su dueño.

No supo cómo describir lo que sintió, pero podía compararlo con ser acariciado por una brisa tibia de primavera; toda inseguridad murió ahí mismo, siendo remplazada por el calor que empezaba a recorrer cada parte de su cuerpo.
Un calor que siempre había evitado, porque le resultaba desagradable, pero solo un ser tan caprichoso y perseverante como la persona que adoraba era capaz de hacer ese sentir su favorito, como quien te induce al vicio, Horacio le había dado una probada de paz y seguridad y ya no podía soltarse de eso.

— También acepto tu invitación, ¿a donde va a llevar a su cariñito? — Preguntó burlón, recibiendo un golpe flojo en su pierna.

— A donde quieras, supongo — Desvió la mirada, se sentía cada vez más cerca de la pared, más pegado al cuerpo contrario.

— Que amable de tu parte —

— Ja, qué te puedo decir, soy todo un caballero — Escondió su pena con un tono seguro, mofandose de sí mismo.

— Mi caballero — Se inclinó, dejando un pequeño beso en su cíen con delicadeza.

Las mejillas del rubio se calentaron por tan inocente roce, y con un coraje que se encendió de la nada, cruzó sus brazos alrededor de su cuello y dejó un casto beso en sus labios.
Gustoso se dejó hacer, deslizando una mano por su nuca, trazando un camino que desordenó los dorados cabellos.
Sus labios se abrieron levemente, dándole permiso a escalar como quisiera, como querían ambos.

Horacio ahogó un suspiro de satisfacción, sintiéndose derretir, tomando su mentón con su mano libre, guiandolo y dejándolo sin escapatoria, solo esos rosados y lindos labios que tanto adoraba besar.
Su espalda se pegó a la pared, totalmente acorralado por esta y el cuerpo de su novio que fácilmente podría cubrirlo.

Se separó, agitado, pero eso no evitó que sus ojos brillaran de una forma única a la vista de el más alto. Sintió su mirada nublarse; un día Gustabo le haría llorar por su encantadora imagen y lo mucho que lo hacía amarle. Nadie le había visto con tanto amor, solo él, y sabía que no amaría a nadie de la misma forma en la que adoraba a el hombre que estrechaba en sus brazos, que no murmuraria las mismas cosas cursis en el oído de otro, y que nunca sentiría lo mismo entrelazando sus dedos con alguien más.

Las mariposas que tenía revoloteando por Gustabo nunca se irían, y el corazón agitado por la deslumbrante sonrisa de Horacio no se calmaria hasta verse en tan bellos ojos.

Las mariposas que tenía revoloteando por Gustabo nunca se irían, y el corazón agitado por la deslumbrante sonrisa de Horacio no se calmaria hasta verse en tan bellos ojos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Hi!

¿Qué tal?, vengo con una actu de la nada porque necesitaba venir aquí de nuevo
Lo dije en mi tablero, no es mi mejor momento, pero no quiero manchar mi rincón de paz con todo esto de nuevo

Así que, pequeño cap de los chicos cayendo el uno por el otro porque viva el amor✨💕

Es todo; gracias por estarse pasando por acá en mi ausencia, me hace querer actualizar aunque no pueda, y sé que no todo lo que hago es malo
De verdad, me mantiene en pie a pesar de todo💖

¡Espero vernos pronto!

Ciao.

|| The only I want it's you || •One-shot's Gustacio•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora