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— No me va el puesto de rey —

— Claro que sí, ¡hasta te hice una corona! —

— ¿Y tú quien vas a ser? —

El moreno lo pensó un par de segundos, y entonces sus ojitos bicolores se iluminaron cuando una gran idea pasó por su cabeza.

— ¡Voy a ser tu caballero!, cuando venga el dragón yo te voy a defender — Contó orgulloso, poniéndose de pie, simulando tener una espada.

Gustabo le miró en silencio, y una pequeña risita salió de sus labios ante la sensación tan extraña que sintió abrazarle por escuchar la alegría casi palpable en Horacio.
Tomó entre sus manos la corona de cartón que había hecho su amigo; tenía brillantina, lentejuelas de todos los colores y parecía que todavía no secaba. Sus ojos volvieron a posarse en Horacio, quien ahora estaba construyendo...lo que sea que pueda ser un montón de almohadas; con algo de esfuerzo se puso la corona en la cabeza, quedándole para su sorpresa, ¿quizás le había tomado medidas?, no lo recordaba, pero se sentía cómodo.

— ¡Toma! — Llamó su atención, extendiéndole una sábana roja — Esta va a ser tu capa, y este tu castillo — Señaló las almohadas apiladas en el suelo.

El rubio miró la "capa" en sus manos, y se la devolvió a Horacio.

— Si vas a ser mi caballero, te dejo ponermela — Dijo con una sonrisita, dándole la espalda.

El menor no tardó en cruzar sus manos por su cuello, haciendo un nudo flojo y acomodando lo largo de la sábana por detrás. Tomó su mano, arrastrandole hacia el centro de su pequeña fortaleza y sentándolo ahí.

— ¿Y qué tengo que hacer como rey? —

— Ah..., quedarte ahí, ¿siendo mono? —

— Horacio, no soy mono — Rió, cubriendo su boca — Va a ser aburrido quedarme quieto aquí, tío — Se quejó, siguiendo con sus ojos los movimientos del moreno.

— Pero así puedo mantenerte a salvo, ¡así como tú haces por mí!. Quiero ser igual que tú —

— Tú eres tú, haces suficiente siendo así — Extendió sus manos, y fueron tomadas casi de inmediato por el contrario, con un aire triste.

— Pero tú nos defiendes a los dos, yo también quiero ser de ayuda — Dijo en voz baja, y Gustabo notó su semblante decaído. Acarició suavemente el dorso de sus manos.

— ¡Si ya eres mi caballero, hombre!, tú mismo lo dijiste —

— ...¿De verdad? — Sus ojitos llorosos se conectaron con los pares azules del rubio, consolandose con el tacto amable y voz dulce de el mayor.

— ¡Por supuesto!, ¿cuando te he mentido? –

— Nunca —

— ¡Ahí está! — Llevó una mano a su cabello, revolviendo los desordenados mechones castaños con cariño, sacándole una sonrisita a Horacio — Esa es, ¿estás mejor? — Preguntó, acunando su rostro para mirarle con atención.

Asintió, sorbiendo por la nariz — Gracias, Gustabo — Sus manos cubrieron a las contrarias, sintiendo su tacto y calor, palpando la emoción dulce y tranquila que le ofrecía tan simple acción.

|| The only I want it's you || •One-shot's Gustacio•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora