# Heather

60 11 0
                                    

Iban de la mano a la lejanía, un día frío, tanto que sus dedos estaban rojos, temblando dentro de su chaqueta.
Temblaban por el helido viento, ¿cierto?, ¿por qué más lo harían?.

Le escuchó reír, un sonido tan precioso para él, colándose en sus oídos mientras sus ojos se aguaban al punto de desbordar.
Sus labios se abrieron, escapando de ellos el vaho que cuando cubrió su visión fue un permiso para que las lágrimas se deslizaran por sus coloradas mejillas. No sollozó, no salió ningún quejido de su garganta, solo una sensación de vacío, y una voz en su cabeza que no dejaba de atormentarle.

¿Por qué querría estar con él?

¿Qué tenía Gustabo para ofrecer?

— Joder... — Murmuró, ahora con la voz rota, una maldición para sus adentros.

Sus manos seguían juntas al caminar, compartiendo sonrisas, irradiando una alegría cálida que parecía que nunca tendrían frío de nuevo en invierno.
Se abrazó a sí mismo, tratando de calmar el dolor, tratando de no caer ahí mismo.

El cielo era tan gris, tan triste, tan cómplice de su roto corazón. Porque Horacio ahora estaba con alguien más, porque Horacio amaba y era amado, porque ese alguien no era él.

El suéter que usaba Volkov no era suyo, por supuesto que no, algo así solo podría ser de Horacio; ¿cómo lo sabía?, porque él lo había usado primero.
Porque alguna vez él se lo colocó para no pasar frío, aún manteniendo su calor, tan cerca que tan bellas palabras fueron casi cantadas en su rostro.
Y ahora la llevaba el ruso, quien besaba su enguantada mano, a quien se le teñian las mejillas por los besitos que le daba el más bajo en éstas, todo a la vista, compartiendo su pequeño mundo, uno en donde solo había un testigo que moría de ganas por ir y quemar tal escena.

Ahora sus labios temblaron, dejando salir un pequeño sollozo que se convirtió en llanto, escondiéndose en un árbol cercano, deslizando su espalda por este hasta llegar al nevado pasto. Trató de limpiar sus lágrimas, pero aquella imagen solo se repetia una y otra vez, ahogandolo, destrozandolo, hundiendolo en tan helado dolor.

¿Por qué no él?, ¿por qué tenía que ser aquel hombre?.

Volkov, Volkov, Volkov.
No había otro nombre en la cabeza de Horacio, no había lugar para Gustabo en su corazón, en tan precioso corazón que él quería tomar, tan lejano y dolorosamente cerca. Tan lejos porque no le pertenecía y tan cerca por lo amable que era con él.

¿Por qué querría besarlo?, si no era ni la mitad de lindo.
No era él, pero como quisiera serlo, así Horacio lo miraría con el mismo amor y añoranza en aquellos lastimados ojos, los cuales desbordaban amor cuando se acercaba.
Merecía alguien que lo cuidara, amara y tratara con dulzura. Ese alguien debía ser él, porque nadie podría darle eso más que él. Que egoísta era, a pesar de que Viktor era capaz, Gustabo era ciego, estaba cegado por sus celos y anhelo.

Ojalá no existiera aquel hombre.
Ojalá no estuviera usando aquel suéter, aquel que le perteneció tantas veces, aquel que guardaba sus latidos como una melodía.

A él le gustaba tanto, pero ojalá fuera a Gustabo a quien mirara.

|| The only I want it's you || •One-shot's Gustacio•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora