XXIII

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- Stella.

La mencionada miró al dueño de aquella áspera voz, y no pudo moverse más o pronunciar palabra alguna. Su cerebro estuvo completamente en blanco durante unos segundos. Su alta estatura, sus plumas negras y sus múltiples canas, oh, sus cicatrices en el rostro, cuello y su mano derecha, su digno porte y las armas que siempre llevaba consigo. Sintió sus piernas temblar y no tuvo más remedio que apoyarse en una pared cerca, carajo, si estuviese en su habitación y no en la maldita biblioteca las cosas podrían ser diferentes.

- Halphas. ¡Halphas!

El Goetia se limitó a observar como la fémina lo abrazaba mientras sus ojos brillaban y mostraba una amplia sonrisa de emoción.

- Parece que te mimé y mal crie, Stella.

- ¿Qué...?

Una risa algo burlesca se escuchó por parte de la princesa, quien se alejó un poco y lo miró con cierta expresión confundida.

- No nos hemos visto en años, ¿y esto es lo primero que dices?

- ¿No nos hemos visto, dices?

- Sabes bien que no es lo mismo, no puedo mostrarme amistosa con un maldito imp.

- Como sea, princesa. Quiero que te detengas.

- ¿Con qué?

- Stolas. 

- Justo nos vamos a divorciar, no me molestaría casarme dos veces.

- Él no es culpable de que me haya marchado.

- Pero si tan solo no hubiese nacido no habría tenido este maldito matrimonio, y Octavia podría ser incluso tú hija, nuestra hija.

- Me parece mejor ser princesa que simple condesa, ¿no es así?

- A mí nunca me importó eso, quería estar contigo. Pude haberte esperado todos estos años, decir que mi esposo es un héroe de guerra, incluso sin hijos me habría aferrado al matrimonio, Halphas.

- Stella, no estás- 

Fue interrumpido por el exasperado tono de la fémina.

- ¡Entiende que quiero estar contigo!

- ¡Me marché porque yo no quiero! 

Un pesado suspiro fue liberado por el mayor, quien pasó una mano por sus algo maltratadas plumas.

- Lo siento, Stella. Te llevo diez años y por si la diferencia de edad no fuese suficiente, prácticamente yo te eduqué de pequeña y veo que lo hice muy mal.

- ¿Muy mal? Soy una de las mujeres más elegantes y-

La princesa fue interrumpida por el conde, quien se apartó y creo una mayor distancia entre ambos.

- No me refiero a eso, Stella. Sólo quería decir una cosa y ya la he dicho, ya deja de atormentar a Stolas, lo haces sentir un problema cuando ambos sabemos que no lo es.

- ¡Claro que lo es! ¡Se interpuso entre nosotros!

- No seguiré discutiendo esto, tú decides si escucharme o no.

Halphas dio media vuelta y se detuvo justo antes de abrir la puerta debido al casi grito de Stella.

- No me digas, ¡¿Te gusta ese malnacido?!

El conde se limitó a mirarla de reojo antes de salir de dicha biblioteca, dejando a la princesa con un escalofrío y los ojos aguados; en todos los años de conocer a ese hombre, nunca la había mirado así, con tanta rabia.

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- ¿Está mejor, alteza?

Stolas se incorporó en la cama antes de mirar a Ascaroth, estaba recién despertando y la resaca era terrible. Miró un poco a su alrededor y se percató de que su habitación se encontraba perfectamente limpia, incluso olía a frutas.

- Ascaroth, no tenías por qué.

- Fue todo un placer, preparé un desayuno fresco y ligero. Ayudará con la resaca.

El príncipe miró la bandeja en las manos del imp antes de soltar una pequeña risa.

- ¿Fruta picada y jugo de durazno?

- No se me ocurrió nada mejor.

- ¿Tú estás bien, no tienes resaca?

- Lo manejo bien, el ron es mi especialidad.

Stolas observó como el imp colocó la bandeja en la cama y le ofreció un pedazo de fruta sostenida con un tenedor.

- Puedo usar las manos.

- Sólo diga "aah" y permítame mimarlo solo por hoy.

- Aah.

Ascaroth comenzó a reír al mirar al príncipe abrir la boca mientras un rubor se hacía visible en su rostro, estaba avergonzado.

- ¿Me vas a alimentar o solo vas a reírte de mí?

- Lo siento, lo siento. Era demasiado adorable.




¿Goetia? (Stolas Goetia) (Helluva Boss)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora