XXVIII

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Stolas mantenía la mirada en Ascaroth quien parecía muy enfocado en mirar la televisión frente a ellos.

Se suponía que estaban mirando alguna serie, honestamente el príncipe no estaba muy concentrado en ello. Si su mirada no estaba perdida en el televisor, estaba fija en el imp.

¿Cómo carajos es que Ascaroth actuaba tan normal? Después de haber terminado su lectura juntos, el imp continuó su día como si nada hubiese ocurrido en ese momento. ¿Por qué? ¿Acaso no le había gustado o algo así? Incluso si ese parecía no ser el caso, quería hablar de ello, aunque sea un poco. No estaba muy cómodo con que no hubiese reacción aparente por parte del contrario.

Habían pasado unas cuatro horas desde aquello, pero incluso si lo intentaba no podía sacarse ese hecho de la cabeza, y vaya que lo había intentado.

- Ascaroth.

Stolas se sintió algo sorprendido por el hecho de que ni había terminado de pronunciar su nombre, y el imp ya lo estaba mirando.

- ¿Estabas esperando a ser llamado?

- Hace un rato que siento ese cosquilleo en la nuca, señal de que me están mirando. Así que... sí, alteza.

El príncipe guardó silencio un momento, realmente quería hablar de ello, pero simplemente no podía; no tenía malditos quince o dieciséis años, entonces, ¿de dónde salía tanto nerviosismo?

- Me aburrí de verte en el suelo todo el tiempo, toma asiento a mi lado.

¿Qué? No quería decir eso, pero no era una mentira por completo. Stolas se incorporó en el sofá y se estiró mientras daba unas palmadas a su lado, generando un deja vú en el imp.

Ascaroth permaneció en silencio mientras asentía y subía al sofá, tomando asiento junto al príncipe. Lo miró de reojo sin emitir sonido alguno, le parecía algo graciosa la forma en que sonreía nerviosamente y ocultaba sus intenciones.

Conocía su deseo por hablar de aquel beso en la biblioteca, era normal tener esa duda si se había mostrado tan casual (rozando lo cortante, incluso). Pero no sentía que hubiese algo de que hablar, por ello no iba a iniciar una conversación sobre el tema.

Permanecieron un rato más en ese incómodo silencio, hasta que el imp suspiró con pesadez y se alejó del príncipe, subió una pierna al sofá mientras con la otra mantenía el pie en el suelo, y se recargó en el espacio entre el apoya brazos y el respaldo. Su idea solo podía ser muy buena o muy mala, pero tomaría el riesgo.

- ¿Alteza?

Abrió los brazos y permaneció así durante un par de segundos, conteniendo las ganas de reír por la reacción de Stolas, quien en realidad no sabía que decir o cómo actuar en ese instante.

Finalmente, el búho carraspeó la garganta antes de asentir y acomodarse de manera que su cabeza se recargaba en el pecho del imp y sus piernas se extendían de forma cómoda en el sofá mientras le daba la espalda.

Entonces... así se sentía acurrucarse.

- ¿Hay algo que desee mirar en particular?

Stolas sintió un escalofrío recorrer su nuca al sentir como el imp ponía una mano en uno de sus hombros, mientras que la otra acariciaba su cabeza y parecía disfrutar de la suavidad de sus plumas.

- No realmente.

- Entonces miremos cualquier basura.

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La música de violín era lo que resonaba en aquel espacio, sin embargo, el par presente solo escuchaba las risas que ellos mismos soltaban. Las luces cálidas de las velas y el candelabro solo mejoraban el ambiente.

Aquella mano artificial que sostenía firmemente la mano contraria era fría y metálica, aun así, era como tocar la gloria, lo mejor.

El sonido de las pisadas en las múltiples mesas colocadas en sitios específicos de aquel salón vacío de baile creaba un eco que, si bien no resonaba con fuerza, era perfectamente audibles para la pareja. Aquel ser de complexión más baja era quien producía dicho eco, todo para conseguir mayor altura.

Aquel cabello largo que seguía la dirección del viento y solo daban más elegancia a cada giro que daba la pareja era algo fascinante para el contrario, y es que cualquier pequeño detalle lo era ante sus ojos.

Un pestañeo, así fue como se sintió.

Con ese mísero pestañeo todo se esfumó en segundos. Tan solo había abierto los ojos, tan solo había despertado de una siesta de dos horas.

Sin embargo, se aterrorizó al instante. El peso encima suyo no se movió ni un centímetro, no, solo fue cosa de tomar su brazo y lo supo en ese instante; el cuerpo estaba frío y comenzaba a sentirse rígido.

No... No... ¡Mierda, mierda, no!


¿Goetia? (Stolas Goetia) (Helluva Boss)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora