XXXI

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Eres muy guapo, pero tu mirada solo detona tristeza y soledad.

¡Ja! Creía que pelearíamos por lo dominante que soy, pero resulta que ahora solo eres mi perra sumisa, ¿qué dirían si te vieran así?

¿Sabes? Me alegra ser quien ilumine esos hermosos ojos.

Claro, solo eres un estúpido que no se da cuenta de sus propios sentimientos.

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- Con esto debería terminar, ¿cierto?

Ascaroth miraba la carta en sus manos mientras comenzaba a doblarla de una forma perfecta y delicada, con un increíble miedo a crearle alguna arruga o romperla; irónicamente ya tenía manchas de sangre. El sutil aroma metálico que en ese momento brotaba de su muñeca producto de una profunda herida la cual mostraba claramente que un objeto redondo y puntiagudo había entrado y salido múltiples veces por aquel largo corte.

La sostuvo durante unos segundos, la acercó a sus labios y besó aquella hoja doblada mientras sus ojos se aguadaban y sus manos temblaban sutilmente al mismo tiempo que la herida se cerraba en su muñeca, la sangre que goteaba segundos antes comenzaba a secarse en aquel escritorio de madera y la pluma manchada en sangre utilizada segundos antes para escribir amenazaba con caer en cualquier segundo producto del suave viento que entraba por la ventana.

- ¿A quién engaño? Jamás podrá terminar.

Se levantó y se acercó a un perchero en una de las esquinas de aquella sala, metió la carta a su gabardina y secó sus ojos los cuales en cualquier momento dejarían salir aquellas lágrimas que llevaba guardando un tiempo. Miró nuevamente la ventana y se percató de que el amanecer se hacía presente poco a poco.

- Debo hacer todo antes de que Stolas despierte.

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- No sé cómo iniciar, cariño. Pero lo siento, esto-

Fue interrumpido por Octavia, quien sonrió con cariño antes de señalar con un simple movimiento de cabeza al imp quien en ese momento se encontraba algo alejado mientras realizaba una llamada telefónica, dejándolos con toda la privacidad que se podía tener en aquel comedor colocado en el jardín.

- Ascaroth aprovechó las lecciones para cocina para conversar, y si bien no soy indiferente, puedo llevar mejor el tema.

- ¿En serio? Pero aun así debería disculparme.

- No, está bien. Me ayudó a entender que si su matrimonio no funcionó no fue mi culpa, los sentimientos son complicados y todo tiene un motivo, todo sucede por una razón. Ah, también deben seguir con su vida, es un divorcio; es mil veces mejor a que mi madre termine matándote de ira o algo así. Puedo acostumbrarme a dos cumpleaños.

- Octavia... 

- No vayas a llorar. 

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Stolas despertó, tardó un par de segundos en percatarse de la situación. Soltó una corta risa.

Ascaroth lo abrazaba por los hombros mientras acariciaba sus plumas con la mano izquierda, mientras que con la derecha sostenía su teléfono; parecía mirar algo interesante.

- El bello durmiente al fin despertó.

- Buen día para ti también, Ascaroth.

El príncipe se estiró y se incorporó en la cama, dejando que el imp se incorporase a su lado. Miró un poco alrededor, sangre y tres cuchillos.

- Creí que habíamos usado más.

- ¿Para qué? No es la cantidad, es la calidad.

Stolas se acercó al imp hasta terminar murmurando en su oído.

- Nunca había usado cuchillos, estuvo increíble.

Depositó un suave y corto beso en la mandíbula del más bajo, provocando que este último lo tomase con cierta fuerza de las mejillas utilizando una sola mano, y lo obligase a mirarlo a los ojos, generando un escalofrío que recorrió enteramente al más alto.

- Y espera a que use una fusta, clavos y cadenas.

Stolas sintió su cuerpo temblar con la sola idea, la mirada del imp se había oscurecido producto de una intensa lujuria; si bien en ese momento deseaba ser torturado y cogido hasta llorar y temblar como lo había hecho hacia solo unas horas, estaba hambriento y cansado, no sabía si en ese estado soportaría algo así de nuevo.

- ¿Siempre eres tan enérgico en las mañanas?

- Algo así.

Ascaroth besó suavemente el pico del menor antes de soltarlo y levantarse.

- ¿Desayunaremos dentro, o en el balcón?

- Quiero desayunar en el balcón.

- Entonces prepararé todo mientras te duchas y relajas.

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Ambos se encontraban sentados frente a una mesa en el balcón de la habitación, si bien eran cuatro habitaciones las de esa cabaña, solo una tenía balcón.

- El frio es menos horrendo que la primera vez.

Stolas genuinamente disfrutaba de aquel helado paisaje y el sonido de la naturaleza que le proveía, agradecido de que ese lugar estuviese apartado.

- Comienzas a acostumbrarte.

- Estoy seguro de que a Octavia le encantaría estar aquí.

El imp miró un poco el paisaje antes de mirar al príncipe.

- Entonces hay que traerla.

- ¿En serio?

- Sí, tengo otras tres habitaciones, darle una no le haría daño. Solo debemos prepararla.

Stolas asintió algo emocionado mientras sentía su rostro arder, no se imaginó que podría convivir con ambos así de sencillo.

- Parece que te agrada mucho mi pequeña.

- ¿Uhm? Sí, es como tener una hija adoptiva o algo así.

- Técnicamente lo es.

- Seré la mejor madrastra.

El búho soltó un par de risas mientras asentía.

- Estoy seguro de ello.

- Cuando esté aquí la dejaremos elegir la decoración, déjame los muebles y demás a mí.

- ¿Seguro? Puedo ayudar en algo si lo necesitas.

- No, no. Guarda la energía para decorar con ella.

¿Goetia? (Stolas Goetia) (Helluva Boss)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora