Capitulo uno

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Doce años han pasado desde que la pequeña Jane regresó a la vida.

La niña se había convertido en una muchachita muy bonita y acostumbraba a resaltar su belleza en aquella época antigua.

Su extraña e incomparable belleza.

Sus ojos grisáceos. Su cabello reflejaba la oscuridad si es que eso era posible. Su piel parecía la de una muñeca, no tenía ni una sola imperfección, a pesar de estar en plena pubertad. Su cuerpo era delicado y se movía con excelencia. Sus modales eran los de una princesa. Sin embargo, Jane escondía de las personas una personalidad única y altanera.

Sus padres la habían educado muy bien. Estrictos, pero sin exagerar, puesto a que no podían ver a su pequeña triste o desanimada. Después de todo lo que había pasado, era muy difícil que la niña no tuviera lo quisiera.

Creció rodeada de lujos, gente importante, sirvientes, y brujas.

Tenía por tía a Georgia, una bruja que ya conocemos. La familia Bennett la acompañó casi toda su vida, pues ellas cuidaban de una criatura, una que ellas habían traído al mundo.

Jane era diferente, y eso ella lo sabía. Sus padres le habían contado todo desde pequeña. Debía ser así, debido a que a medida que la niña crecía, algo dentro de ella también lo hacía.

Jane regresó a la vida pero junto con ella regresó al mundo un tipo de magia muy poderosa. Más que magia un poder. El poder de los dioses griegos y el de la naturaleza. Afrodita estaba reflejada en su rostro. La luna en sus venas, pues Jane tenía cierto dominio sobre los hechizos o cualquier cosa o criatura relacionada con la luna.

La niña creció conociendo todo sobre sí misma, todo sobre su pasado.

Pero solo tenía doce años...

La familia O'connel viajaba todos los años a distintos lugares, debido a que el duque era invitado a numerosos eventos importantes. Luego del duodécimo cumpleaños de Jane, la familia decidió mudarse por un tiempo a un lugar completamente desconocido para ellos, a Estados Unidos de América, específicamente a Nueva Orleans.

Adaptarse al pequeño poblado no les fue tan difícil, allí no había mucha gente. La llegada de los nobles al lugar había causado un revuelo ya que el lujo no era conocido en esa zona. La familia ayudó mucho a las personas, pese a estar separados del pueblo, pues la familia de Jane se hospedaba en una casa prestada por una familia poderosa, lejos del pueblo.

A Jane le encantaba jugar afuera, explorar el bosque. Se sentía conectada con la naturaleza.

Cierto día, Jane decidió explorar más allá. Ver qué encontraba en el centro del bosque.

—Madre, voy a jugar —le dijo a Josefa y sin esperar una respuesta corrió hacia el bosque buscando una aventura nueva.

Sus padres no la detuvieron, pues ellos no sabían que jamás volverían a verla.

Jane corrió hasta que se cansó. Cuando se detuvo se sentó en el suelo sin importarle su lujoso vestido. Colocó sus manos en la tierra sintiendo la energía regresar a su cuerpo, esa energía que había gastado corriendo sin parar y sin mirar atrás.

Luego de su recarga, continuó su camino con pasos lentos.

Llevaba un rato caminando y observando el lugar. A lo lejos contempló un hermoso lago cristalino que le recordó a la descripción que hacían sus padres del lago en el que ella había recuperado su vida. Entonces no pudo resistir y corrió hacia el.

El sol se estaba escondiendo y la luna estaba saliendo. Jane recordó también que en las historias de sus padres, se incluía a la luna. Ella sonrió resplandeciente observando la luna adueñarse del cielo y siendo acompañada por estrellas.

“Afrodita” pensaba Jane en aquel nombre que siempre escuchaba, sin saber que si lo hacía estaría invocando su poder.

Por otro lado, la familia Mikaelson había sufrido una tragedia y había decidido solucionarla con magia. Los hijos e hijas de la familia por consecuencias de la magia, estaban sedientos de sangre. Desde entonces, los ataques por las noches comenzaron.

Niklaus había decido alejarse de la población para no dañar a nadie esta vez. Paseó por el bosque solo. Luego de caminar un largo rato, divisó a una figura femenina sentada en la orilla de un lago, observando el cielo.

Klaus quiso alejarse, sin embargo, en el momento en el que la chica se giró para contemplar una estrella fugaz, él vió su rostro quedando así hipnotizado por ella. Pues la niña tenía una belleza sobrenatural, ¿y cómo no la tendría si era Afrodita la que se reflejaba en su rostro?

Niklaus no resistió y se acercó a ella con lentitud. Cuando estuvo apunto de tocar su hombro, la vista del rubio se clavó en el cuello de la niña.

—¡¡AAAAA!! —gritó la niña cuando sintió los colmillos incrustarse en su cuello. El sufrimiento no le duró mucho, ya que a los segundos se desmayó.

Apenas probó su sangre enloqueció, y antes de drenarla por completo, Klaus se detuvo y observó el gran problema que había causado. La niña estaba inconsciente en sus brazos con su delicado vestido manchado. Él se miró en el reflejo del lago cubierto de la sangre la niña, al mirar al cielo sintió como si la luna enojada le gritase.

—¿Qué he hecho? —se preguntó sosteniendo a la niña y mirándola sin saber qué hacer.

Se levantó con ella en sus brazos y corrió a su casa. Si las brujas los habían convertido en criaturas inmortales algo podrían hacer con la niña.

—¡Madre! ¡Padre! ¡Ayúdenme! —exclamó con su corazón latiendo muy rápido.

Sus padres se encontraron con su hijo sosteniendo a la niña inconsciente en sus brazos. El rubio colocó a la pobre Jane en una de las camas y su madre se dispuso a revisarla.

Mikael solo lo miraba con reproche a su hijo. Al instante los demás hijos entraron, junto a dos brujas quienes fueron directo a ayudar a la mujer a salvar a la niña.

—¿Qué ha pasado? —preguntó Elijah mirando a su hermano buscando una respuesta.

—Tu hermano atacó a esta pobre niña —le contestó su padre con voz dura.

—Solo hay una forma de salvarla, o la convierten o la dejamos morir —habló una de las mujeres mirando a la familia de vampiros.

—Siento algo extraño en ella —murmuró otra de las brujas tocando la piel de la niña mientras la otra limpiaba la sangre de su cuello.

—Esther, decide —habló el padre de la familia.

—Hay algo extraño en ella... —comenzó despacio y luego miró al hijo que había provocado todo quien le suplicaba con la mirada que salvase a la niña—. Pero hay que salvarla.

—Entonces, quien provocó esto debe ser quien lo solucione —dijo mirando al rubio—. Ella será tu primer vampiro convertido.

—Deben hacerlo todos —dijo una de las brujas llevándose la atención de l resto—. La niña no es normal, va a necesitar más.

—¿Qué tiene, o qué es? —interrogó Mikael acercándose.

—No lo sé, lo descubriremos cuando la salvemos.

El rubio fue quien le dio primero su sangre a Jane. Luego le siguió su padre, y luego el resto de sus hermanos. Esther, mientras tanto, junto a las otras brujas mantenían a la chica viva lo más que podían hasta que el ritual terminase.

Jane no despertó hasta que el sol se posó en el cielo. Abrió sus ojos con lentitud encontrándose en un lugar desconocido, el cual tiempo después se convertiría en su hogar.

Así fué como Jane O'connel se convirtió en una Mikaelson.













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Sangre Real [TVD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora