Capitulo ocho

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En alguna parte, Niklaus Mikaelson


Esa bonita niña era tan parecida a Jane. Sus ojos, su cabello, su sonrisa. Parecía imposible de creer. Ojalá estuviera conmigo. Aún no entendía cómo fue posible que un incendio acabara con ella. Quizá la niña tenía razón. Quizá Jane estaba viva en alguna parte... lejos de mí, de nosotros, su familia. No debimos dejarla sola, pero creímos que así ella podría vivir mejor, sin que nuestros problemas y enemigos la persiguieran también.

Sentí la presencia de un vampiro de los míos entrar en la sala, se detuvo antes de llegar a mí.

—¿Qué quieres?

Continué trazando el pincel en el lienzo mientras esperaba una respuesta.

—Tengo dos cosas para decir.

—Adelante —mojé el pincel e intenté continuar pero al no recibir respuesta dejé de prestar atención a mi pintura y miré al vampiro—. ¿Qué tan grave es?

Tomó aire y se decidió a largar toda la información de una vez por todas.

—Los ataúdes están vacíos… —calló, me puse de pie y caminé hasta quedar frente a él.

—¡¿Cómo que están vacíos?! —mi garganta pudo desgarrarse por la fuerza con la que mi voz había sonado, pero el problema mucho más grande era que mis hermanos estaban sueltos.

—Y la bruja Sullivan, la de la pastelería, no quiso venir.

Eso fue extraño. Las Sullivan estaban siempre dispuestas a servirme... Bueno, estaban siempre dispuestas a mantener su linaje, claro. Era algo extraño que no quisieran conservar sus vidas.

—¿Por qué?

—Dijo que ya no te teme, que ella y sus hijas están ahora a salvo… porque quién las protege es mucho más grande que tú.

Solté una risa sarcástica.

—No hay alguien más viejo que yo.

—No viejo, grande —me corrigió, mi lado vampírico se encendió, sin embargo el joven vampiro mostrando temor en sus ojos sacó una estaca de madera de su chaqueta e intentó clavarmela en el pecho, y por supuesto que falló—. No me mates. Ella me obliga a actuar así.

Elevé ambas cejas con sorpresa y confusión a la vez.

—¿Ella? ¿Quién? —interrogué amenazando su cuello con la estaca.

El vampiro era joven, no podría hacerme ni un solo rasguño. El era solo una paloma mensajera. Quien estaba detrás pudo usar la compulsión en un vampiro, tenía que ser Rebekah.

—Ella.

Lo tiré al suelo y le clavé la daga en su pierna.

—¡¿Quién es ella?!

—No puedo decir su nombre —dijo mientras se quejaba, le quité la estaca de la pierna y la apoyé en su pecho.

—Si es Rebekah dile que voy a…

—No es Rebekah. Es ella, ella… No puedo…

Las venas comenzaron a notarse oscuras y su piel cada vez más pálida. Miré la estaca que tenía en su pecho. Me había pasado con la fuerza, acababa de matarlo. Ya no podía saber quién estaba detrás.

—Vayanse todos al infierno.

Salí de mi casa hecho una furia. Esas brujas debían saber algo e iba a averiguarlo.









[...]

La campana sonó cuando abrí la puerta. Mi esencia se podía sentir en todo el lugar, eso lo supe porque la mujer de la caja miró a la joven que traía pasteles en una bandeja. Ambas continuaron lo que estaban haciendo. Pero, cuando el último cliente salió, de la puerta de la cocina apareció una mujer casi anciana.

—Sarah Sullivan —pronuncié su nombre con una sonrisa maliciosa, pasé mis dedos por el mostrador y los detuve cuando chocaron con un bolígrafo—. Vine porque mi mensajero me envió un mensaje equivocado —tomé el bolígrafo y comencé a jugar con él—, no se preocupen, ya está muerto.

Pude sentir cómo tragaba saliva.

—No fue un error, Klaus.

Lancé el bolígrafo directo en la garganta de la muchacha más joven quien comenzó a desangrarse de inmediato.

—¿Disculpa? Es que no te oí bien.

—Dije que no fue un error, no te tememos, ella nos vengará —ambas intentaron ayudar a la chica desafortunada pero nada podrían hacer en poco tiempo.

—No juegues conmigo, ¿de quién estamos hablando? —me acerqué y le ofrecí mi muñeca—. Si me dices la salvaré.

Dudó unos momentos pero finalmente se apiadó de la muchacha y aceptó. Le dí un poco de mi sangre, lo suficiente como para que siguiera viva. Luego miré a la bruja esperando una respuesta.

Jane.

En mi mente algo hizo click, solo esperaba que no mi modo demente se hubiera activado. Pero lamentablemente así fue.

—¡Mientes! ¡Ella está muerta! —me acerqué y apreté su cuello con una de mis manos.

—No...lo  está ¿acaso… crees que un incendio para simples… vampiros la mataría? —luchaba por respirar—. Y… si me matas… sabes lo que pasará.

La solté y cayó al suelo tratando de recuperar el oxígeno en sus pulmones.

Si era cierto ella aparecería pronto, pero hasta entonces nada me aseguraría que estaba diciendo la verdad.

—Entonces dile que este viernes habrá una fiesta y está invitada.










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⏰ Última actualización: May 14, 2023 ⏰

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