Björn

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La noche no ha sido sencilla, después de hablar con Lanstain en el callejón, ni siquiera tuvo la dicha de aparecerse por el castillo, la familia tuvo una cena en la que el invitado principal no apareció, todos estaban en la mesa disfrutando de un banquete delicioso, con carnes y ensaladas de todo tipo, ademas de mucho vino eh hidromiel para pasar toda la comida. En la cena estaban los padres de mi prima Valentina y junto a ellos su hijo menos, también estaba mi otro tío, Y mis padres.

La noche se sintió acogedora, toda la familia estaba disfrutando, bebiendo hidromiel y contando historia tras historia, recordando viejos momentos y viejas batallas. Mi padre, ya conociendo como es Lanstain prefirió no darle mucha importancia a que no estuviera con nosotros; sin embargo, el resto de la familia si noto su ausencia.

-Alguien me puede dar idea de donde está cumpleañero- dijo mi tía Verónica, la maga Arcana de sus tierras, la más poderosas de todo Árdal. Al igual que mi madre, es una mujer alta y de buen ver, con su cabello negro azabache y sus ojos igual de verdes como los jades, físicamente son tan semejantes que parecen gemelas.

-cumplea... ¿ñero? - dijo mi padre con un tono de desconocimiento

-se le dice a aquella persona que celebra su día del nombramiento- dijo mi madre intentando recordarle esa palabra a mi padre

-¡cierto! Perdón- dice mi padre con una sonrisa de oreja a oreja- sabes que no usamos muchos de esos nuevos términos de la citadelle

-Entiendo, Liat, mil disculpas- dice Veronica agachando un poco la cabeza y con una sonrisa pequeña

La mirada de mi padre se fija en mi tio Klause, el padre de Valentina.

-Cuéntame, ¿qué tal todo al otro lado del norte?- pregunta mi padre con curiosidad

Mis tios, Klause y Rowina, eran personas por completo alejados de toda riquesa y de toda noblesa, no eran reyes de ningun reino, solamente humildes granjeros, que cosechaban su comida al otro lado del norte.

-Tranquilo, sinceramente lo más interesante que he vivido ha sido el viaje que tuvimos que hacer hasta llegar aquí.

-¡Puedo decir exactamente lo mismo!- exclamo mi tía Verónica- joven Valentina, ¿cuántos años ya tienes?

-bueno, hace un par de meses tuve mi décimo cuarto día del nombramiento

-Eso quiere decir que ya puedes dar la prueba de magia, ¿no?

-Efectivamente- exclama mi madre- esperábamos a que pasara un tiempo para que la prueba de magia fuera más precisa y no hacer perder el tiempo a los sacerdotes, así que mañana la dará junto a Lanstain.

-¿Aún creen que Lanstain tiene sangre mágica?- pregunta Veronica

-¡POR SUPUESTO!- lo grita mi padre con una sonrisa de júbilo y las mejillas rojas de todo el vino e hidromiel que había tomado- debe tenerlo, si no es un hombre bestia como yo o como su hermano, debe ser un mago como su madre o sus abuelos.

mi padre era un hombre bestia, un león de un color plateado como el acero y pequeñas canas blancas, en su melena y su trenzada barba espesa, las cuales no se notaban.

-También podría ser un «koi»

En el momento en que mi tía Verónica nombro esa palabra, todos callaron. Un koi era aquel humano que no posee ninguna característica mágica, ni de bestia. Esto no era algo que molestara a mi padre, porque sabía que Lanstain era capaz de defenderse solo con su espada, pero sería raro, puesto que sería el primero en generaciones.

-sea lo que sea ¡Es un Pendracost!... eso es lo que importa

toda la familia se alza en copas para gritar «¡ALABADO SEAN LOS DIOSES!».

ObsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora