Parada en el medio de mi cuarto, enfrente de un espejo, me miro con una cara inexpresiva, mi mente solo puede pensar en saber si en mi sangre hay por lo menos una gota de magia o no. Quizá hace años por mi cabeza no hubiera rondado estas ideas, ya que me sentía más segura de ello, pero después de que Lanstain resultara ser un Koi, siendo hijo de una maga y un hombre bestia, mi miedo a no ser una maga se hacía cada vez más grande. «Serás una gran maga», me lo decía para intentar calmarme. «Y si no lo llego a ser», me respondía casi enseguida.
Si no tengo magia, si no puedo conjurar ningún hechizo, mi futuro será claro. Tendría que volver con mis padres al pueblo donde nací, tendría que alejarme del reino, tendría que alejarme del querer llegar a la citadelle. Todas esas ideas, todos esos pensamientos, creer que el destino podría traicionarme, hacía que no pudiera ni siquiera respirar, como si fueran mis propios pensamientos los que tomaran forma y me estrangulasen todas las noches antes de dormir.
Intento volver en mi propio ser viéndome al espejo, intentando despejar mi mente de esas ideas. Miro mi vestido, el cual era de color negro, con pequeños detalles dorados en el cuello. En cada ocasión especial sacaba a relucirlo, ya que me hacía sentir comoda. Quizá hubiese sido esa misma comodidad la que necesitaba para apartarme de todo lo que estaba en mi mente.
-vaya- dice alguien a mis espaldas
me volteo y veo que era Lanstain, quien estaba sentado en la ventana.
-¿Qué haces ahí?, te vas a caer- se lo digo con una sonrisa
-bueno... quería entrar por la puerta, pero me imaginaba que estaba cerrada
-¿y como hiciste para entrar por la ventana?, si estamos en una de las zonas más altas del castillo
Al momento que termino de hablar, Lanstain se baja de la ventana y entra volando Storn.
-Gracias a él-dijo Lanstain señalando lo mientras recorría mi habitación.
Camino hasta la cama y me siento.
-¿Pasa algo?, te veo muy perdida- me pregunta mientras curioseaba
Sonrió ligeramente con la comisura del labio, mientras ninguno de los dos mantenía contacto visual con el otro, le respondo
-no siento que esté lista para decepcionar a nadie- lo digo jugando con mis manos y con la mirada fija en ellas.
-¿a quién no pretendes decepcionar?
-a la familia... a mis padres, a mis tíos... no quiero quedar mal- mis manos dejan de moverse
-¿no quieres decepcionarlos a ellos?, o ¿no te quieres decepcionar a ti?
-no lo sé, todo es tan... caótico, mis padres quieren que vaya a la citadelle, mis tíos me han apoyado en todo lo que he necesitado, y ahora mi destino de saber o no, si valgo la pena, ¿se decidirá por una moneda?
-Los dioses suelen ser crueles con aquellos que no lo merecen- Lanstain voltea su cara para mirarme- tú serás una maga, y no «decepcionaras» a nadie. Estaré a tu lado por si necesitas apoyo emocional, aunque dudo que lo necesites. Confía en ti como yo y los demás lo hacemos.
Solo me quedo callada pensando en todo lo que me dijo.
-Gracias- es lo único que pude decirle
-Oye- Lanstain llama mi atención, con una tela roja en la mano derecha- ¿Esta no es mi bufanda?
-Sí, gracias por prestármela- le digo con una sonrisa boba, ya que no me acordaba que la tenía- cada vez que te veía, sentía que te faltaba algo, pero no sabía que era.
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Obsidiana
FantasyEn las tierras de «Árdal» yacen cuatro grandes reinos que viven en paz después de años de conflicto. En estos reinos, Lanstain, Björn y Valentina Pendracost, vivirán aventuras que cambiarán sus vidas y la percepción que han tenido de ellas. La image...