Lanstain

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Mi cuerpo no para de correr hasta llegar al refugio. Cuando llego lo veo envuelto en fuego y humo en un gigantesco incendio que empezaba a corroer todo lo que tocaba, tras la impresión de ver la casa y edificios cercanos siendo consumidos, me detengo para mirar como las mujeres y niños corrían despavoridos al ver todo en llamas, y los que no lo hacían era porque sus cuerpos estaban cediendo ante la brasa. «Maldición», era lo que mis palabras susurraban ante tal escenario.

-¡ALIF!- grita una voz por dentro de la casa

la voz claramente era de Miguel. Comienzo a correr, cogiendo velocidad, arremeto contra la puerta principal, que estaba en llamas, para poder derrumbarla y entrar.

Me quedo quieto en la entrada para ver lo que estaba ocurriendo, mi mirada recorre cada uno de los rincones de la casa, antes de colores del cedro y el barro, ahora completamente manchados de un fuego y un naranja intenso, el segundo piso destruido por completo, y tras su derrumbe varias personas muertas escondidas entre los escombros, solo teniendo partes del cuerpo visibles como sus brazos o sus piernas.

-¡LAS VOCES QUIEREN TU CORAZÓN!- grita Alif atacando a miguel con bolas de fuego en su mano

mi mirada se fija en los dos

-¡YA TRANQUILIZATE!- grita miguel

Alif alza su grimorio y de su mano expulsa una ráfaga de viento que empuja a Miguel a una de las paredes. Al ver eso desenfundo mi espada y corro para atacarlo, agarro la empuñadura con mis dos manos y grito, Alif gira su cabeza al escucharme y esquiva la primera tajada que le lanzo, regreso la espada para seguir embistiendo, pero él solo alzó su mano completamente abierta y me empuja con una ventisca que quemaba por el fuego del lugar.

Caigo al suelo, agarro de nuevo mi espada y me levanto.

-Me cansan todos ustedes, y sea uno como puedan ser mil, todos arderán en las llamas del abismo

su mano crea una bola de fuego, cierra su grimorio de golpe y lo tira al piso, yo tomo un respiro profundo para intentar concentrarme. «No me falles ahora», pienso, mientras cierro mis ojos me agacho y mi mano izquierda agarra fuerte la empuñadura y la palma de mi mano derecha recorre la hoja.

-¿Qué haces?- Dice Alif.

Él lanza la esfera de fuego sin lograr darme, pero pasándola tan cerca de mí que pude sentir su calor, quemándome los bellos de la nuca cuando esta exploto a mis espaldas

mi mente se concentra en el fuego de la habitación, «la voluntad es mi combustible», le susurre a la espada, mi cuerpo cada vez se sentía más caliente, he intentando concentrar ese calor en la espada, término de recorrerla. Cuando abro los ojos, mi espada estaba imbuida por completo en fuego. Alif crea esferas de fuego, una en cada mano, y comienza a arrojármelas. Cada que tiraba una, una nueva se creaba de manera instantánea.

Intentando mantener la calma, espero a que sus ataques lleguen. La primera esfera que arrojo se acerca a mí, rápidamente me levanto y con mi espada, ahora imbuida en llamas, intento cortarla logrando dividirla en dos y explotando al instante. Empiezo a moverme entre escombros y ataques, destruyendo cada una de las esferas que me lanzaba, pero con cada paso que doy estás se volvían cada vez más rápidas, y eran difíciles de poder acertarles algún corte y mucho más difícil de poder esquivarlas, con el tiempo mis cortes se empiezan a volver imprecisos, y mis embestidas ineficientes, pero si mi espada seguía ardiendo yo ardería con ella

Una de las esferas logra detonar a mi lado, y me empuja quemando por poco mi cara, otra esfera detona, y así una y otra, y otra. En ese momento entendía que no había oportunidad de retroceder más, corro lo más rápido que podía, cubriendo mi cara con mi antebrazo, intentando esquivar todos sus ataques. Cuando logro acercarme lo suficiente, doy un salto y con mi rodilla golpeo su cara haciendo que caiga en el suelo.

Doy una tajada directamente a su pecho, pero sus manos se juntan para formar un pequeño tornado atrayendo todo el fuego. Cubro mi rostro, el aire caliente se detiene y siento como un puño golpea mi abdomen, Alif imbuyó sus guantes catalizadores también con fuego para poder atacarme directamente. Retrocedo y ataco con mi espada, Alif da pasos hacia atrás y aprovecha cada abertura para golpearme en la cara, después en el pecho, y más tarde en el abdomen, cada uno de sus ataques se sentían como si una barra de acero caliente me golpeara directo en la piel desnuda.

Mis tajadas se volvieron más imprecisas de lo que ya eran por el cansancio. Cada golpe nuevo que recibía aumentaba mi desesperación, mi miedo combinado con mi ira hacía que el concentrarme fuera cada vez más difícil, pero no era momento de desistir. Alif tampoco lo haría.

Mientras la pelea continuaba, mi fatiga aumentaba cada vez más. Alif con sus manos forma pequeños remolinos de aire caliente, y al lanzármelo vuelvo a salir despedido, esta vez estrellándome de manera directa contra una pared. Intento no perder el conocimiento, pero mi cuerpo ya no aguantaba el pelear ni un minuto más, consigo levantarme gracias a uno de los escombros. «Mi cuerpo arderá si mi espada no lo hace», lo repetía en mi cabeza, una y otra vez.

Mi mano se aferra a mi espada, cuyas llamas se habían apagado, eh intento imbuirla de nuevo. «Debo concentrarme», pienso mientras me acuclilló ligeramente y mi mano no dejaba la empuñadura por nada, la desesperación en mi mirada aumentaba cada que no podía volver a prender sus llamas. «PRENDE MALDICIÓN», Alif vio en ese momento una gran oportunidad para seguir atacándome a lo lejos. Comienzo a sentir el retumbar en mis oídos de todas las explosiones que me rodeaban.

Intentando imbuir mi arma, mis dientes se cierran de la rabia que tenía dentro de mí, la desesperación de no detenerlo y de estar a punto de morir, creaba en mí una nueva sensación. Como si una descarga eléctrica recorrerá mi cuerpo. Paso una última vez de manera rápida la palma de mi mano por la hoja de una espada ya agrietada de tantos golpes. Logro imbuirla nuevamente. Viendo mi arma, note que las llamas no serian las protagonistas, ahora era una electricidad que no solo rodeaban la espada, sino que consumía por completo todo mi ser.

Doy un salto directo a donde estaba Alif atosigándome con sus ataques, y como una descarga eléctrica llego instantáneamente a su posición. Alif intenta atacarme de vuelta, pero yo estaba tan cerca que al momento de estirar su mano izquierda hacia mí, la corto dejando solo la mitad de su palma, él retrocede tratando de esquivar las tajadas que lanzaba.

Me vuelvo a acercar rajando su pecho, una vez más me acerco par cortar su abdomen, y así una y otra vez. «La última», me decía a mi mismo. Procuraba presionarlo tanto como pudiese, no dándole ni un solo momento para que respire. Mis golpes con la espada iban más rápido de lo que incluso yo podía sentir. El golpe final iba a ser a la yugular, doy un pequeño salto y con la espada giro un poco para agarrar velocidad y fuerza, Alif consigue estirar su mano derecha para crear una barrera rúnica. Mi espada y su escudo chocan.

Su defensa es destruida al contacto de mi arma, y mi espada sede por completo ante todo el poder mágico. La hoja se fragmenta en miles de pedazos, solo quedando una pequeña parte que estaba conectada con la empuñadura. A pesar de ahora carecer de una espada con hoja, mis ataques no cesan, moviéndome en zigzag, sigo tajando partes de Alif, pero de manera rápida mi cuerpo deja de funcionar, el cansancio llego a su punto más haya del límite. Mi cuerpo termina en el piso, arrodillado y con los brazos extendidos hacia adelante, intentando volver a levantarme.

«Una última vez, Solo dame una última vez», pensé. Ya no podía sentir ni mi propio rostro, ya no tenía ni siquiera un arma, lo único que me quedaba era una empuñadura y el valor para seguir. Mi cuerpo seguía consumiéndose por la electricidad, mis piernas me lograron obedecer una última vez y consigo levantarme para dar el golpe final, mis dientes no se habían separado por nada del mundo. Mi seña fruncida era una mezcla de agonía, cansancio y gran exasperación. Cojo la empuñadura con las fuerzas que me quedaban, un grito cegado por la ira se libera de mi ser. Adquiero una postura de combate. Alif, que ahora es solo un saco de carne que lograba mantenerse de pie mientras tambaleando para no caer, era mi objetivo. Trato de respirar, y callo mi grito agónico juntando mis dientes, creando un silbido del aire que salía entre ellos. «¡Un golpe más!»

ObsidianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora