-No me arrepiento de esto, Padre. No quiero que malgaste su tiempo en mí. No tengo nada que confesar.
-Jason, hijo. Necesitas hacerlo. Necesitas purificar tu alma antes de irte o te arrepentirás en el último momento.
-¿Mi alma, Padre? Lo siento pero ya no me pertenece.
-Volveré mañana a primera hora.Austin... ¿qué coño hace el aquí?. Yo seguía mirando entre el hueco que había entre las dos butacas que ocultaban mi presencia. Estaban haciendo un dibujo en el suelo con algo, lo que me llevó a la intuición de que era sangre, pero ¿de qué?.
A los pocos minutos escuché el motor de un vehículo en la lejanía. El vehículo paró y empecé a oír golpes de puertas. Me acojoné cada vez más. La situación ya era demasiado tensa con dos tíos haciendo algo que jamás había visto. Solo faltaba que se uniese alguien más a la fiesta.
Entró en la sala un hombre de mediana edad, con traje y zapatos de piel de serpiente. Se paró en la puerta, miró al escenario y con la voz más grave e imponente que jamás había oído preguntó:
-¿Lo tenéis todo preparado?
-Sí, jefe. -contestó Austin- Mañana será el momento que ansiamos.
-Perfecto, no descuidéis ni el mínimo detalle.Se giró, y se fue por donde había venido. Las palabras de Austin se me grabaron en la mente. ¿Qué hacía él aquí?. ¿Qué es lo que ansian?.
Aguanté en el teatro una hora más, hasta que estaba seguro de que ya se habían marchado y estaba completamente solo.
Me fumé mi cigarrillo, me levanté del suelo y caminé con un gran estado de nervios hasta el escenario. Nunca había visto nada igual. Había una tabla Ouija, varias velas negras apagadas en el suelo y otras tres blancas apoyadas en la mesa donde permanecía la Ouija. Giré mis ojos para ver mi reflejo en un enorme espejo que apuntaba al centro del tablero.
En el suelo volvía a reinar la enorme circunferencia roja, con una estrella volteada y los puntos cardinales, fijandome en el detalle que el norte estaba donde debía estar el sur y el este donde debería estar el oeste. ¿Qué juego es este?
No quería hacerme más preguntas. Sabía que no era un juego. Deberían haber derrumbado este puto edificio cuando violaron a la hija del doctor.
Este edificio se ha cobrado muchas víctimas. Pero no van a ser las últimas. Ahora me tocaba a mí seguir con el juego.