Desde que estoy tumbado en esta mierda de cama, he tenido mucho tiempo para pensar en los errores que he cometido y en todo lo que he arrastrado hasta aquí. ¿Debería arrepentirme? Nadie va a llorar por mí, igual que yo no volví a llorar por nadie.
-Buenos días, Austin Oldman. ¿Has dormido bien?
-¡Que te follen! ¿Qué cojones estás haciendo? ¡Suéltame de una puta vez!
-Tranquilo, hermanito. Solo quiero hablarte.
-No tengo nada que decirte. Joder, Jason. Suéltame ya, ¿que mosca te ha picado?
-Una con un aguijón enorme y cargado de veneno. ¿Alguna vez has visto un insecto así?
-En serio, ¿que mierda dices?
-Austin, mirame a los putos ojos, ¿crees que estoy diciendo mierda?. ¿Qué le pasó a mi hija?
-¿Qué?
-Sabes lo que te he preguntado, maldito traidor. Así que habla de una puta vez o te sacaré el corazón del pecho, como hiciste con mi hija.
-Jason...
-IN NOMINE DEI NOSTRI...
-¡Jason para!
-SATANAS LUCIFERI EXCELSI.
-¡Jason!
-IN NOMINE DEI NOSTRI...
-¡Para, joder! No puedo seguir escuchandolo.
-¿Te recuerda a algo? Bastardo hijo de puta.
-No pienso decir nada, si vas a matarme, hazlo de una puta vez.
-No. No voy a matarte. Vas a rogarme que lo haga.Le dí una patada a la silla y comencé a pisarle el abdomen. Mi único deseo era verle echando las tripas por la boca.
No me decía nada, y mi actitud no estaba ayudando en nada. Le levanté y lo hice de la manera rápida para hacerle hablar. Cogí un clavo oxidado y un viejo martillo, le agarré su miembro y del primer martillazo atravesé el clavo en su "capullo" y lo dejé clavado en la silla.
Sus gritos se oían por toda la casa y estoy seguro de que podían oírlo fuera de la casa.
-¡Jason!¡Suéltame! No te voy a decir nada.
-¿Estás seguro?Lo siguiente que yo tenía preparado era un antiguo sacacorchos. No dudé dos veces en pinchar en el centro del hueso de la rodilla y empezar a girarlo.
Cada vez gritaba más, pero sus principios le impedían hablar.
-Sé usar este cacharrito, Austin. ¿Recuerdas que fuí camarero, verdad? Siempre ha sido mi mejor aliado.
Cuando terminé de decirlo Austin había perdido el conocimiento. Aproveché la situación para atarle a mi mesa de trabajo y cortarle los párpados.
Cuando recuperó la consciencia, ya había perdido demasiada sangre como para seguir vivo, pero sabía que ese cabrón era tan orgulloso que no iba a morir solo para joderme.
Me miró, sonrió y me dijo:
-Esta noche a las 2:32 vendrá el Anticristo. Dale recuerdos de mi parte.
-De acuerdo, nos vemos en el infierno, hermanito.Eso fue lo último que dije a mi mejor amigo antes de sacarle el corazón y clavarlo en mi mesa. Ahora ya no tenía miedo. Mi cabeza pensaba fríamente. Podría hacer esto más veces.
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