Silencio

471 26 0
                                    

La undécima noche sin dormir es posiblemente la más dura. El cuerpo nunca se acostumbra a la falta de sueño. Esta noche por fín voy a poder dormir. Estoy en la cama más cómoda de la historia. Mañana tengo que decir mis últimas palabras. Las pensaré durante toda la tarde.

Llegué a mi casa cuando la tímida salida del sol me daba los buenos días. Cerré la puerta y empecé a buscar en todas las estanterías algo que me diese una respuesta a lo que acababa de ver. Velas, espejos, circulos. No tengo nada relacionado con eso. Es más, en mi puta vida he visto nada parecido.

Me monté en mi coche y fui a la única biblioteca de mi ciudad. Seguro que allí había algo. Después de varios minutos buscando, encontré un libro sin título, de color negro, y con una estrella volteada en la portada. Empecé a sudar, le cogí y busqué una mesa vacía.

La primera página escrita ya contenía algo que me hizo arrepentirme de haber cogido el libro. No sabía latín, pero no necesitaba ser alguien inteligente para saber que no decía significaba nada bueno.

"IN NOMINE DEI NOSTRI SATANAS LUCIFERI EXCELSI"

Sentí un escalofrío cuando lo leí, y ahora que lo estoy escribiendo, he vuelto a sentir una extraña sensación en mi pecho.

El libro estaba completamente en latín, así que tuve que buscar un diccionario para estudiarlo en casa. Pero no quedaba tiempo. El momento que todos ansiaban iba a suceder en apenas unas horas.

Volviendo a casa, ví a alguien conocido. Era mi mejor amigo, Austin, caminando por una acera en una calle tranquila. Aparqué mi coche y comencé a seguirle, siempre manteniendome a una distancia moderada para que no pudiese verme.

Entró en un callejón y yo me quedé a observarle desde la esquina. Miró a ambos lados de la calle para asegurarse de que no había nadie, sacó una llave de su bolsillo y abrió una puerta.

Austin. Acabas de entrar en tu tumba.

FríoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora