Parte 17

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El camino de regreso es como si pilotara una nube que se desplaza a muchos metros del suelo, inerte e indiferente a lo que sucede alrededor.

Se ha producido una transformación en mí, aunque no estoy seguro de si se lo debo al Tantra o al descubrimiento de esta nueva sexualidad que ha propiciado Beomgyu.

Por un lado, al parecer me gustan los hombres. Bueno... después de lo que te he contado seguro que piensas que sobra «al parecer» en esta frase.

No quiere decir, por supuesto, que hayan dejado de gustarme las mujeres, eso nunca. Hay partes deliciosas de la anatomía femenina que son incomparables. Pero sí es cierto que se ha despertado algún tipo de deseo que habitaba, dormido, en mí, y que viene, te lo advierto, con hambre.

Esta jornada con los chicos ha sido un descubrimiento. Creo que no he partido más culos en mi vida, y eso que esta práctica por detrás la he llevado a cabo otras veces, aunque siempre con preciosas mujeres que buscaban un camino nuevo al placer.

Pero con los hombres tengo la impresión de que es diferente. Quizá tenga que ver con la barrera invisible entre géneros, entre lo masculino y lo femenino, pero esto solo es el intento de buscar aun explicación. Quiero decir... con los hombres la entrega es total. Absoluta.

Por otro lado, me he dado cuenta a las altas cotas a las que se pueden llegar en el disfrute del sexo.

Después de la orgía de la piscina, he estado hablando con Hyunjin. Me ha dicho que, en Tantra, todo el proceso meditativo con el que comenzamos ayer nuestra sesión, activa ciertas ondas cerebrales, las alfa, que hacen la experiencia carnal infinitamente más vívida. Y tiene razón, porque cada caricia, cada beso, incluso la explosión final de lefa, ha sido tan intensa, tan maravillosamente intensa, que me están haciendo volver a casa en una nube.

También está la conexión conmigo mismo, ha insistido mi guapo anfitrión. En el proceso de relajación, presencia y conexión, una parte muy personal sale a flote. Místicamente sería el florecimiento de la divinidad que anida en cada uno de nosotros. La unidad. Y eso se logra consiguiendo que la energía fluya libremente por cada uno de los chacras. De esta forma, el acto sexual es una comunión con la divinidad.

No sé si todo esto es un rollo o una de esas verdades mística, pero el caso es que he sentido un poco de eso en este fin de semana donde todo huele a semen.

Por último... está Beomgyu.

Sí, me vas a decir que con los culos que he roto y las mamadas que me han hecho, ¿Cómo carajo voy a hablar de Beomgyu?, pero tengo que hacerlo.

Al igual que cuando me acosté con Karina y en el momento del orgasmo la imagen de mi bello profesor de Tantra apareció en mi cabeza, cada uno de los polvazos que me he pegado este fin de cabeza ha terminado con Beomgyu en mi retina.

Es extraño, con un tipo que he conocido hace apenas unos días y sin embargo...

Piso el acelerador.

Necesito llegar a casa.

Necesito ver a Beomgyu.

Experimental 《Yeongyu》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora