Capítulo 11 - Fiesta Pagana.

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—¿Estás seguro de que no regresará?

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—¿Estás seguro de que no regresará?

—No, no te preocupes, no lo hará, ahora tengo que marcharme, necesito dejar esta dosis en manos de Inspiria.

—¿Ahora? —preguntó Naula, preocupada.

—Sí, no puedo perder más tiempo, a estas alturas deben estar solos, el maldito de mi rey nunca ha apoyado y Hecteli es muy reservado, se repetirá lo mismo que la peste de sangre, con la única diferencia de que la antigua enfermedad se esparció rápidamente y se unieron a los pocos días, pero esta no es así... —Velglenn no sentía el dolor que le carcomía la piel a causa de sus heridas, no obstante, tenía razón, no podía perder más tiempo.

—¿Y si lo llevas a Drozetis? Es probable que el rey te perdone, nos perdone a todos.

—No seas ingenua, Naula, tú lo conoces, me quitará la cura y me decapitará allí mismo con ese maldito que tiene de guardia y no pienso morir de esa manera, además, no lo merecen.

—Tienes magia, ¡Deberías matarlos a todos! —agregó desesperada—. ¡No sé!

—No es tan fácil, matar a un rey no es tan fácil... Debo partir.

—Déjame acompañarte —insistió, reflejando el deseo en sus ojos aún de servir.

—No, no tienes idea de los horrores que he visto, no quiero ponerte en riesgo, he hablado con las personas de aquí, y ellos te ayudarán, cuídate mucho.

El mago dio media vuelta, se inclinó un poco para despedirse de los niños, abrazó a los jóvenes. Recibió una bolsa llena de alimentos secos, agua y alguno que otro material para su magia, sin embargo, a sus espaldas estaba Naula, que combatía con la fuerza que no le permitía despegar su lengua del paladar, una fuerza que la mantenía sujeta al suelo; tan firme, tan severo.

—Señor —musitó, podía jurar que le costó peor que su entrenamiento decir aquellas simples palabras.

—Dime, ¿Necesitas algo? —respondió.

Se acercó presurosa, y sin más, lo abrazó fuertemente, fue cálido y sincero.

—Por favor —masculló—, no se muera, señor.

AMANTES EN HIERRO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora