Capítulo 16 - Bogeyman.

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El cuerpo de Kimbra se precipitó hacia el suelo, sin embargo, su hermana no lo dejó caer

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El cuerpo de Kimbra se precipitó hacia el suelo, sin embargo, su hermana no lo dejó caer. Lo miró borroso, pues las lágrimas ya inundaban sus ojos. Quiso reanimarlo, pero un gran agujero traspasaba su cabeza; simplemente era imposible.

Lo abrazó con tanto dolor, que la armadura crujió de la fuerza ejercida. El grito fue profuso; desgarrador.

Tan solo en un segundo, la ira de Néfereth se apoderó del escenario, y, de inmediato, detectó la estela —casi nula— de la bala. Tomó el mango de su espada y pareció cargarla de fuerza, imbuyéndola de energía, para luego lanzarla a la torre que se divisaba a lo lejos. El trayecto era de dos kilómetros, pero había llegado en tan solo tres segundos.

—¡Para atrás! —gritó Ágaros, jalando el cuerpo de Agaeth para alejarlo de la balaustrada.

El arma quedó a unos centímetros de su corazón, enterrándosele solo la punta.

—Dios mío —vociferó, atónito ante la habilidad demostrada.

—¡Salgamos de aquí! —exclamó el consejero, viendo cómo la espada caía y partía el chapitel sin ningún esfuerzo.

Néfereth observó el inmueble desmoronarse como arena, cabalgando y dando vueltas con su Losmus, que se había puesto nervioso tras la agitación de su lanzamiento.

Los Hijos Promesa que se acercaban, se detuvieron tras notar la onda de energía, exaltándose al percibir cómo la torre se derrumbaba a sus espaldas. Al instante, Argentum sustrajo su catalejo, dándose cuenta de la gravedad del asunto. Kimbra yacía en el suelo, sobre los brazos de su hermana y un iracundo hermano mayor, alumbraba casi todo a su alrededor.

—¡Hijo de puta! —gritó, dirigiéndose a sus hermanos—, ¡Disparó a Kimbra desde la torre, ni siquiera esperó el acercamiento!

—¿¡Kimbra!? —Se asombraron, no solo había roto un pacto, sino que no había sido su objetivo.

El caballero dio media vuelta, mientras otros le seguían, y cuando hubieron llegado a la iglesia, subieron sobre sus paredes, para encontrar a Agaeth.

—No tienes tiempo —espetó Ágaros, viendo al hombre frente a él. De suerte, habían sobrevivido ante la caída del edificio.

AMANTES EN HIERRO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora