Capítulo 12 - Derroche.

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No se molestó en decir algo, solo se acercó y con una fuerza descomunal, asió al capitán llevándolo directo al castillo

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No se molestó en decir algo, solo se acercó y con una fuerza descomunal, asió al capitán llevándolo directo al castillo. El pobre hombre —a pesar de tener una estatura decente— parecía un guiñapo en la mano del caballero. Tampoco tenía la intención de recriminarle, ni siquiera de quejarse, pues sabía muy bien que si lo hacía, terminaría partido por la mitad.

El enorme guardia lo dejó frente a Haldión, mientras este se limaba las uñas junto a su balcón.

—Señor —mencionó de inmediato, haciendo una reverencia, evidenciando en su cuello algunos besos de sus damiselas; para él, ya habían comenzado las fiestas.

—Escucha —respondió el rey—, esta misión es especial, pero te sentirás halagado de realizarla, puede que no quieras hacerla, porque hay personas pequeñitas de por medio.

El capitán observó al enorme guardia real y tragó fuerte, reconocía muy bien lo que le estaban ordenando, y unas gotas de sudor fueron las únicas en suicidarse para no cometer aquel acto. No solo se sentía molesto por perderse las festividades, sino de saber que no podría negarse.

—Señor, con todo respeto, ¿No es mejor que esta tarea la haga su guardia? Él es más sanguinario que yo.

Oh, vamos, ¿No quieres volverte como él? Además, si tú lo logras, cuando regreses, te daré las mejores mujeres.

—Lo sé, señor... pero. —No pudo terminar su frase, el rey lo tomó del hombro y lo llevó a una recóndita habitación.

—No me refiero a cualquier mujer. —Haldión abrió la puerta y la mirada del capitán viajó de un lado a otro, sus ojos descendieron, pero no subieron demasiado.

—Yo eso, no... nunca.

—Están frescas ¿No es así? Nunca habías visto algo como esto, nunca.

—Señor yo... —La saliva recorrió espesa, casi sólida.

—Yo te he visto el bulto, no te hagas el santo ahora —recriminó—, todos somos así, todos los hombres somos unos malditos depravados. Ahora ve y haz lo que te ordené, de paso llévate al mago horrendo, ese que parece Dorompa.

AMANTES EN HIERRO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora