Uno.

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Me encontraba pacíficamente en mi oficina, respirando tranquilamente y ocupando mi cabeza en el completo vacío de este lugar, sin interrupciones, sin gritos, y sobre todo, sin sonidos de disparos. Sólo estoy yo, el silencio que me rodea y el humo de mi cigarro que inunda mis fosas nasales mientras que al mismo tiempo flotaba por el aire en esta habitación de 4 paredes.

Y era un poco raro, pues casi siempre me encuentro haciendo cosas de esto o aquello, viniendo y yendo sin detenerme, terminando demasiado cansado al final del dia. En conclusion, yo no descanso, ya que al ser el líder de la mafia, como mi padre lo ordenó, se me otorga muchas más tareas, sobre como hacer dinero, mover papeles de aquí para allá, intimidar personas, y en muchos caso, matarlas. Pero que suerte tengo cuando la puerta de mi oficina se abre, haciéndome salir de mi zona de confort y paz para abrir mis ojos lentamente, observándo a ese viejo molesto que nunca me deja en paz. Había arruinado mi momento de tranquilidad y eso no se lo perdono a nadie, no cuando estaba tan pacíficamente en mi mundo que cree por unos segundos al estar en completo silencio.

Si, todo lo que quiero en mi vida, es silencio.

—Señor Prince—dice el mientras miro de reojo al chico que entraba a la par suya, sin entender muy bien que estaba pasando.

—¿Que quieres?—pregunto demasido serio y un poco cansado, pues había sido una mañana larga para mi, y que este viejo aparezca de la nada, y para completar, con un chico a su costado, solo hacia que mi dia empeore y quiera pegarme un tiro yo mismo.

—Quiero venderle algo.

Esa simple frase hace que suelte algunas pequeñas carcajadas. ¿Como puede ser que alguien como él entre  sin permiso alguno a mi oficina para decirme esa estupidez? La verdad que la gente cada vez me sorprende más.

—No me hagas reir—digo una vez que logro calmar mis carcajadas—¿que podrías venderme tú? Si eres un pobre jodido sin nada en la vida.

—Vamos, sé que le puede interesar—dice seguro de si mismo mientras gira su rostro y mira directamente al chico que tenía a su costado, lo cual eso me hace sentir un poco de curiosidad sobre que cosa quería venderme.

—¿Que tienes para vender? O mejor dicho. ¿Que tienes para ofrecer?—mi curiosidad me gana.

—Le ofrezco a mi hijo—observo como toma bruscamente del brazo al chico rubio, que al parecer era su hijo, quién tenía su cabeza agachada, sin tener el respeto de aunque sea mirarme.

—Su hijo—respondo entrecerrando mis ojos y subiendo un poco el tono de mi voz, pensando que tal vez con eso, aquel chico al fin levante su cabeza y pueda apreciar su rostro, ya que la curiosidad aún seguía carcomiendo mis ideas.

—Si, el es un omega.

—Es omega...—miro hacia el techo mientras llevo mi dedo índice hacia mis labios para verme un poco más interesante—¿el es virgen?—bajo mi vista nuevamente y la enfoco en el rubio, quien ahora empezó a jugar con sus pequeños dedos mientras llevaba uno hacia su boca comenzando morder una de sus uñas—¿cuantos años tiene?—termino mi cuestionamiento al ver como ese chico parecía que ni siquiera era mayor de edad, y eso me gustaba un poco, a decir verdad.

—Tiene 18 años, y si es virgen.

《Wow》fué lo primero que pensé, los chicos de esa edad me gustan mucho, pero aún no estoy del todo seguro al no ver el rostro de ese chico, capaz no me guste y con eso ya era el final de todo.

Decidí quedarme en silencio por unos minutos, mirando alredor las cosas que habían en mi oficina, encontrandolas un poco interesantes y eso que estaban hace años ahí, pero jamás me había detenido a observarlas como ahora. Claramente el quedarme en silencio fué parte del plan, sabía que con eso aquel chico podría levantar la vista y preguntarse del por qué nos habíamos quedado en silencio, lo cual funcionó con éxito, ya que una vez que terminé mi inspección alredor de la habitación, me enfoqué en el.

~ 𝑉𝑒𝑛𝑑𝑖𝑑𝑜 𝑎 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑓𝑖𝑎 𝐶𝑜𝑟𝑒𝑎𝑛𝑎 ~ ʰʸᵘⁿˡⁱˣ  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora