~ 𝑉𝑒𝑛𝑑𝑖𝑑𝑜 𝑎 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑓𝑖𝑎 𝐶𝑜𝑟𝑒𝑎𝑛𝑎 ~ ʰʸᵘⁿˡⁱˣ [✔]

Veinticuatro.

[Hyunjin]

Luego de nuestra noche en el patio (lo cual lo encuentro gracioso ya que mi amigo debe tener el ojo morado ahora) nos encontrábamos en nuestra habitación como todas las mañanas, pero lo que me pareció raro, fué ver a Lix sentado en la cama hacia mi costado mientras estaba tapado hasta la cabeza con las sábanas, lo cual me pareció lindo ya que parecía un pequeño fantasma.

-¿Mi amor?-pregunto cuando intento sacar las sábanas de su cuerpo pero no me dejaba-¿Lix te duele algo?-pues ahora mis alarmas se encendieron ¿a caso estaba llorando? dios, muchas cosas se me pasaron por la cabeza ahora mismo.

-N-no, estoy bien.

-Entonce sal de ahí cariño, no puedes respirar-veo como el baja las sábanas hasta un poco más abajo de sus mejillas y claramente noto como las tenía de un color carmesí, hasta en sus orejas-¿Lix que sucede?

-Y-yo, tengo calor...

-Pues si cariño, si estas debajo de las sábanas.

-N-no me refiero a ese c-calor.

Ay por dios, literalmente abrí mis ojos como un búho al entender a que se refería. Trague saliva mientras intentaba poner todo en orden dentro de mi cabeza, ya que muchas cosas estaban maquinando, y ningún pensamiento eran de dios.

Luego de unos segundos, se destapa de las sábanas y veo claramente como su miembro estaba erecto deatrás de ese short pequeño que usaba como pijama todas las noches.

-Te n-necesito-su voz salió casi un gemido, donde todo mi cuerpo se sintió caliente de repente, era como si su calentura se pegara en mi cuerpo sin querer salir de ahí-¿te q-querás tieso o h-harás algo?-llevó su mano derecha y apretó su entrepierna mientras cerraba sus piernas con fuerzas.

-Y-yo... Lix-sentía que con cada segundo que pasaba, el control salía de mi cuerpo, sintiendo como mi ereccion ya se hacía presente desde el momento que dijo que me necesitaba-¿y si le hago daño a nuestro bebé? sabes que no me lo perdonaré jamás.

-Lo haremos despacio, por favor-tomó de mi remera demasiado fuerte, mientras veo en sus ojos como me rogaban de una forma tan necesitada que jamás vi en mi vida.

Y fué en ese momento donde mandé todo a la mierda y me posicioné encima de él, claramente sin apretar su pancita y comencé a besarlo con el mismo hambre que siempre lo hacía, mientras nuestros miembro se rozaban y el soltaba pequeños gemidos, gemidos tan bonitos que serán mi nuevo sonido favorito para el resto de mi vida.

-Lix... ¿no pudiste esperar hasta después que nazca Niki?-pregunto de un forma burlona al sentir como elevaba su pelvis para tener más contacto conmigo, donde ni siquiera respondió porque quiso seguir besándome.

Me separé de el para comenzar a quitar nuestras ropas que estaban molestando demasiado, comenzando con su remera, dejando al libre su pancita hermosa para comenzar a dejar besos por cada esquina que vea de su piel desnuda, tan suave, tan linda, tan perfecta. Luego lo recosté de nuevo y comencé a quitarle su short, donde sonreí de costado al ver como cerraba sus ojos y apretaba levemente las sábanas con ambas de sus manos y apropósito roce con mis labios en su miembro que aún estaba debajo del short. Y sin esperar más, bajé esa prenda aún dejando su bóxer puesto, donde mientras iba bajando el short, iba dejando un camino de besos por sus muslos hasta llegar a sus pies.

-A-alfa...

Estaba tan ocupado en dejar mi saliva por cada parte de su cuerpo que ni siquiera escuché su gemido, pues quería besarlo para que todos sepan que el era mío, mi omega, quien en un futuro será mi hermoso esposo.

No quise esperar mucho porque sabía que no iba a poder controlarme, así que bajé su bóxer y empecé a besar su miembro, escuchando claramente como los gemidos de el aumentaban, mientras juraba en mi cabeza que algún día grabaré en audios estos momentos y cuando este aburrido en mi oficina, los escuche. Comencé un vaivén con mi boca en lo largo de su miembro, sientiendome orgulloso por el placer que le estoy haciendo sentir, hasta sentí como el enredaba sus manos en mi pelo y guiaba mi cabeza en los movimientos, casi penetrando mi boca, pero no me importaba, no cuando podía escuchar claramente sus jadeos.