1

981 56 5
                                    




Helaena


- Que hermosos colores tienen tus alas, pequeña mariposa...

Murmuré mientras observaba sus pequeñas alas de color azul fosforescente. El jardín de mi madre tiene todo tipo de flores que atraen a estas pequeñas y bellas criaturas.

-Quédate bien quieta por favor.

Estaba sacando mi celular lentamente para hacerle una foto a la mariposa y así poder pintarla más rato.

-Listo, genial, saliste bella.

Una pequeña risita brotó de mis labios luego de decir eso. En ese mismo instante sentí a mi madre aproximarse hacia mi, cuando llegó a mi lado la mariposa salió volando.

-Era muy linda.

Dijo mientras se paraba a mi lado, me encontraba sentada a lo indio en el pasto.
Asentí con la cabeza y murmuré un "uhum".
La sentí sentarse a mi lado pues todavía no quitaba la vista de la flor en la que estaba la mariposa.
Mi madre siempre me preguntaba sobre insectos y arácnidos para llegar a mi, era algo que me gustaba que hiciera, pues esa era de la única forma en la que podíamos conversar sin parar. Siempre me ha costado mucho poder socializar con las personas en mi entorno, incluso con mi familia. Por un tiempo mi padre, al igual que mi madre trataba de acercarse a mi con empeño pero tras mi seguidas respuestas secas dejó de hacerlo, no podía evitarlo, con él era diferente, él no es como mi madre. A pesar de eso hemos podido llevar una buena relación, pues no deja de ser mi padre, pero como dije, con mi madre es más fácil.

-¿La pintarás?- preguntó ella.

-Sí- asentí repetidas veces, voltee a verla y le dediqué una sonrisa, en su rostro ya había una.

-Cuando la termines quiero ser la primera en verla.

-Siempre eres la primera madre, así que no preocupes.

Ambas reímos un poco, se quedó mirándome mientras me colocaba un mechón rebelde tras la oreja.

-Debo volver adentro, tus hermanos y padre tienen hambre.

-Esta bien, en un rato entro.

Me sonrió antes de irse.
Una vez sola de nuevo, sentí una pesada mirada clavada en mi espalda. Sin cuidado y disimulo me di vuelta de golpe para buscar al dueño de esa mirada.
Aemond, se encontraba mirándome desde la ventana de su habitación, cuando nuestros ojos se unieron, me sostuvo la mirada por dos segundos y se apartó rápidamente hasta desaparecer por completo de la ventana.
Sentí un pequeño escalofrío en los brazos cuando volví a mirar la flor. Aquello había sido extraño, Aemond siempre ha sido sobre protector conmigo desde que éramos niños. El entendía mi incapacidad para sociabilizar y me defendía de aquellos que me molestaban o discriminaban, hasta el día de hoy seguía espantando a cualquier chico que se me acercaba. A pesar de eso siempre se ha mostrado frío conmigo y se limita a mirarme de lejos.
Aemond es un año menor que yo, a pesar de eso se ve como si fuera incluso más grande que nuestro hermano mayor, Aegon.

Alto con el cabello hasta los hombros, la mayor parte del tiempo lo lleva atado en una media cola, siempre con su parche desde que tiene 12 años, pues debido a un accidente perdió su ojo izquierdo, es por esto que él me entiende mejor que nadie, o al menos eso me transmite su mirada.

-Helaena! Madre te llama!

Daeron, el menor de todos nosotros, llamó desde la puerta de la entrada, sacándome de mi burbuja.

-Voy!

Dije mientras mi colocaba de pie y llevaba mis cosas conmigo, que eran una pequeña manta y mi libreta, en ella anotaba y bosquejaba nombres de insectos y pequeños dibujos rápidos de estos.
Cuando entré a casa, supuse que mi madre quería que la ayudara con la comida antes de servir, así que dejé mis cosas en el living y crucé hasta la cocina. Una vez al lado de mi madre, en silencio comencé a ayudarla mientras ella tarareaba una canción irreconocible.
Terminado esto me dirigí hasta el comedor a colocar los cubiertos y vasos en los respectivos lugares. Mi padre no tardará en llegar, una vez llegue cenaremos.

Ojos color lila (Helaemond)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora