KAI
Con un termo de café negro sin azúcar y un par de maletas ya dispuestas en el auto, el viaje de cinco horas empezó a las siete de la mañana. Según el GPS, estaría llegando sobre el mediodía. Ya había mandado un correo avisando sobre que horas llegaría pero no hubo respuesta. Tuve que encender la radio para mantener mi mente despierta, solo el café no ayudó.
El paisaje iba cambiando desde los más altos rascacielos a pequeñas fincas con perros y niños correteando de un lado a otro. Otra cosa que no soportaba mucho. Pequeñas criaturas ruidosas y lloronas. Hasta el momento sólo pude sostener a un par de niños en brazos, y porque eran mis únicos sobrinos. La voz del navegador me trajo de vuelta al indicar tomar un camino de tierra, dirigiéndome entre altos pinos hacia las afuera de aquel pueblo. Vuelvo a decir lo mismo, estaré muy poco comunicado. Diez minutos más y ya estaré allá.
El "bosque" se empezó a abrir, permitiéndome ver una gran extensión de terreno, con diferentes tipos de graneros,de varios tipos de tamaño. Un gran cartel de madera colgado en el arco de la entrada con "Rancho Hoobs" me dio la bienvenida. Continué hasta el edificio principal. Una casa grande de dos pisos, estando en el centro del lugar, con un amplio porche de madera algo rústico al igual que los muebles de terraza que se encontraba ahí.
Me bajé, apagando el motor, y poniéndome las gafas de sol para cubrirme la vista. Tener los ojos claros a veces era un problema, sobre todo en los días soleados. Al acercarme, la puerta principal se abrió, dejándome ver una pequeña silueta de una mujer algo mayor, sobre sus cincuenta, y un delantal con el que se limpiaba las manos. Su cálida sonrisa, hizo que sonriera de vuelta.—Buenos días,señor.¿En qué puedo ayudarle?
Extendí mi mano en cuanto estuve cerca—Buenos días,señora. Soy Kai Mitch. He alquilado una cabaña con ustedes.¿Es usted la señora Stella Hobbs?
—Oh no, cariño. No soy ella. Soy Sara, la nana de la familia. Mi niña ha salido a hacer sus quehaceres. Me pidió que pidiera a alguien mostrarle el camino hasta la cabaña.Espere un segundo- Metió la mano en el bolsillo del delantal y sacó...¿Un Walkie-talkie? Cambió la frecuencia y apretó el botón para hablar.—Jorge, aquí la casa. ¿Puedes envíar a alguien aquí?Llegó el turista de la cabaña-No me molestó el apodo, por ser la pura verdad. Su respuesta no tardó en llegar: "Diego está yendo para allá". Volvió a cambiar a otra frecuencia—Ella, cariño. El señor Mitch acaba de llegar...
—Está bien, nana. Estaré en la cabaña dentro de una hora. Aún estoy curando a Skylander- Una melodiosa voz atravesó el altavoz. Sara, la señora enfrente mía, volvió a mirarme con esos dulces ojos miel,ofreciéndome una sonrisa.
—Ya la escuchó,pero pase. ¿Quiere algo de beber?¿Ha comido algo? También le tendré que dar uno de estos antes que se vaya para la cabaña. A pesar de tener algo de señal aquí, es más rápido para comunicarse, sobretodo porque los tonos de llamadas ponen nerviosos a los animales.-Agitó el aparato enfrente suya, haciéndose hacia un lado para dejarme pasar. No era muy comunicativo, pero aquella mujer era difícil decir que no.
Pasamos por el salón sin pararnos hasta la cocina. Muy amplia,contando con una isla larga a modo de mesa,supuse por los taburetes ordenados debajo de esta. Me hizo una señal para que me sentara, empezando a sacar una jarra de zumo del refrigerador, cogió un vaso del lavavajillas y me puso ambos en frente.—Perdone mi atrevimiento, joven...¿Pero por qué eligió un sitio tan lejos? No me lo tome a mal, pero se nota que es más de ciudad que de un pueblo como el nuestro.
—Puede llamarme Kai. La verdad, es una pequeña escapada para relajarme. Estoy a poco de montar un restaurante y quería disfrutar de un poco de paz antes de enfrentarme a lo caótico.
—Entonces eres chef como yo, aunque yo me ocupo de todo aquí. Es como un restaurante gigante- ríe levemente. No quería contradecirla, porque no era igual. Así que me limité a asentir, tomando un trago del zumo.
La puerta de la cocina se abrió, apareciendo un chico de mi edad más o menos, fornido y moreno por el sol. Se acercó dejando un beso en la mejilla de Sara y apoyó la cadera en la isla, cruzando su mirada conmigo.Tras analizarnos uno a otro, extendió una mano hacia mí.—Soy Diego, su guía hasta la cabaña.
Por educación, se la estreché,dando un leve asentimiento de cabeza.—Kai.-contesté levemente, me levanté tomando el vaso para dejarlo en el lavavajillas y lavarlo antes que lo impidiera Sara.
—¿Queda lejos la cabaña?
—Unos pocos minutos en auto, entre diez y quince si vas andando.
Agradecí a Sara antes de seguir a Diego. Iría conmigo en mi auto. Dejé el Walkie-talkie que me entregó Sara encima del salpicadero y me dispuse a seguir las instrucciones de mi acompañante hasta llegar a aquella pequeña cabaña, practicamente estaba a la orilla del lago. También con un porche con hamaca.
—Para comunicarte con la casa, utiliza la frecuencia siete. Para hablar con la patrona, frecuencia nueve. Las demás frecuencia son de los diferentes departamentos de la finca. Y el de la patrona, es solo en caso de que la casa no conteste. Pocos pueden hablar con ella,¿de acuerdo?- escuché todo atentamente durante su explicación. Algunos datos sobre la cabaña que tenía que saber. Me entregó un juego de llaves antes de despedirse e irse de vuelta trotando.
Tras bajar del auto las maletas, subí los pocos escalones del porche. Desempacaría a la tarde, ahora sólo quería ir al pueblo para comer algo. Tomé la llave para abrir, pero antes de girarla, la puerta se abrió, asomándose una pequeña cabeza castaña con unos enormes ojos azules—Hola...
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Simplemente...Ella
RomanceKai necesita unas vacaciones en lo más apartado de las congestionadas ciudades para poder organizar sus ideas sobre su nuevo local. Stella alquilaba una pequeña y acogedora cabaña en la parte más alejada de la finca. Dos carácteres que chocarán desd...