Capítulo 11

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KAI

Entré en la cabaña para coger una toalla. Lo bueno que estuviera por esta zona era que no había nadie cerca para tener que preocuparme si me vieran.


Salí por la puerta trasera, teniendo tanto en lo que pensar que no había escuchado el primer chapoteo del agua.


Busqué con la mirada por cada lugar y casi se me cayó la mandíbula al suelo. Stella estaba apoyada en una roca, boca abajo y moviendo los pies causando los chapateos. Pero no fue eso lo que más me llamó la atención. No,señor. Estaba en un jodido bikini negro.


Empecé a quitarme la ropa sin apartar la mirada, quedando sólo en bóxer. Lentamente me fui acercando, acechando como un tiburón. No quería que me otara hasta que no estuviera a su lado.


—Pensé que las sirenas recuperaban su cola al entrar al agua...


Soltó un pequeño chillido y se dio la vuelta rápidamente, pegando su espalda contra la roca y cubriéndose el busto cruzando los brazos.


—Y yo que pensé que estaría sola...¿No habías salido? da igual. Mejor me marcho...-intentó alejarse, pero puse mis manos a cada lado suyo para acorralarla.


—¿Por qué intentas huir de mi?


—¿Por qué tendría yo que huir de ti? No inventes. Sólo no es bueno que nos vean aquí y menos así. Podrán pensar lo que no es.


—No tienes que huir. Sé que te pongo nerviosa cuando estamos los dos solos. Te atraigo tanto como tu me atraes a mi.


—Tu egocentrismo es demasiado grande que no te dejar pens...


No dejé que continuara hablando. Choqué mis labios con los suyos, disfrutando al fin de la sensación. Se mantuvo quieta por un momento a causa del shock, pero no tardó en corresponder. Sus panos se posaron en mi pecho, subiendo hasta enredar sus dedos en mi cabello.


Me acerqué más a ella, pegando mi cadera a la suya para que notara mi erección. Mi mano bajó por su cadera hasta su trasero para acariciarlo y darle un apretón, con la otra en la roca para mantenernos a flote.


Nuestras lenguas se enredaban, intentando ver quien ganaba aquella batalla, hasta que nos tuvimos que separar un momento a falta de aire.


Me encantaba lo que estaba viendo ahora mismo: su cabello mojado y algunos mechones pegado a su rostro, mejillas sonrojadas y los labios hinchados, con su pecho subiendo y bajando.


Cuando me iba a acercar de nuevo, puso una mano en mi pecho para detenerme.—Kai,para. Esto no está bien.


—¿Por qué no?-susurré a escasos centímetros de su boca—Somos dos adultos,Ella. Ambos lo queremos. No lo pienses tanto.


La volví a besar para que no pudiera seguir cuestionando ni pensando en este momento. Conseguí apoyar los pies en una roca debajo del agua.


Mis manos comenzaron a recorrer su cuerpo, adorando cada curva. Bajé mis labios recorriendo su mandíbula y cuello. Colé una mano entre sus piernas, comenzando a acariciar lentamente por encima de la tela que cubría su coño.


Un jadeo no tardó en escucharse, incentivándome a continuar. Bajé una de las copas del bikini, dejando ver su rozado pezón endurecido. Lo tomé en mi boca, rodeándolo con la lengua y dando pequeños mordiscos, estirándolo al final entre los dientes hacia mi. Intentó alejarse, pero la mantuve firmemente con una mano en la espalda.


Quería sentirla, tomarla, hacerla mía, pero no podía hacerlo aquí con el peligro de que alguien nos vea. Me separé a regañadientes y apoyé mi frente en la suya.

Simplemente...EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora