Capítulo 10: El bien y el mal

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Aquel paraíso era un lugar hermoso, Luzbel se admiraba de aquella creación que Dios sólo había reservado para los seres humanos.

Se sintió en paz en aquel momento, era como si todo hubiese tomado un brillo bastante distinto.

Lo que había en el cielo y lo que había en la tierra eran comparables a dos planetas distintos.

Puede que no haya mentido del todo, sí tenía curiosidad de conocer la tierra, era muy hermosa.

Aún no se había topado con los humanos y no esperaba hacerlo. Por un momento deseó que las palabras de su padre fueran ciertas y que éstos no le harían nada malo al mundo.

Se sentó sobre una gran roca gris y lisa y observó la tierra húmeda y los insectos que se movían en ella.

Vio un riachuelo y tuvo curiosidad de ver qué había ahí.

Se vio en su reflejo y sintió terror al ver cómo aquellas tinieblas se regaban por su rostro y teñían su cabello de un negro azabache.

Sus ojos habían tomado una coloración amarilla que aunque brillaba se veía como agua turbia.

Aquellas tinieblas lo habían manchado por completo, ya no era un ángel de luz, ahora era un ser de oscuridad.

Su piel dejó de arderle como solía hacerlo siempre y se sintió raro, como si aquella materia oscura ya no luchara por hacerse con su cuerpo.

Se había apoderado por completo de él.

Se quedó en silencio contemplando su rostro, no sabía qué pasaría después de esto pero seguro cuando regresara le esperaría un castigo.

Se preguntaba si ya se habrían dado cuenta de su plan.

No sabía si el fuego había herido a sus hermanos pero cuando lo pensaba no sentía nada.

No se estaba preocupando por ellos, era como si hubiese perdido ese algo que lo hacía sentirse mal por lastimar a otros.

Ni siquiera se sentía triste por perder su esencia.

¿Qué le había pasado?, ¿Qué pensaría su Padre de esto?, ¿Estaría molesto?, seguramente.

Suspiró con desgano y luego vio algo que llamó su atención, era un animal raro, parecía un reptil, era un lagarto raro que sacaba la lengua a cada rato, una lengua viperina.

Lo tomó por curiosidad y aquel animal pareció asustarse al verlo, sus ojos cristalinos de pupila fina lo miraban con detalle y de un momento a otro, estas pupilas se dilataron, tornándose oscuras y el animal intentó atacarlo.

Tenía largos colmillos y parecía peligroso, no sabía qué era pero nunca lo soltó.

Luego se dio cuenta de que éste se había oscurecido con sus tinieblas, no externamente sino internamente. Era capaz de contaminar a los animales de la tierra.

No sabía si preocuparse por ello o si darle poca importancia. Luego recordó algo en su pasado.

Era una tarde del día segundo y cinco tercios, Sariel había descubierto algo interesante.

—¡Chicos! —Los llamó como siempre—. ¡Uno de mis discípulos hizo algo raro!, ¡Y parece que todos podemos hacerlo!

—¿Qué cosa, Sari? —Preguntó Miguel al verlo emocionado.

Luzbel se encontraba con éste jugando a los combates y se habían detenido para escuchar a su hermano.

—Esto —Se concentró y emitió un brillo que cuando se apagó, mostró a una persona completamente distinta.

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