Capítulo 11: Infierno

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—¡Ya dejen de pelear! —Exclamó el mensajero con lágrimas en los ojos—. ¡Somos hermanos!, ¡Esto no debe terminar así!

Ambos soltaron sus espadas al ver a Gabriel pero éste no soltó la suya, apuntándolos a ambos.

—Gaby —Ambos sucumbían ante las palabras de Gabriel. Él notó sus heridas y los miró con tristeza y decepción.

—No puedo creer que se hayan lastimado —Terminó sollozando mientras se limpiaba las lágrimas y ambos hermanos se sintieron culpables—. Padre está muy molesto.

Aquella mención de su Padre los hizo estremecerse y una fuerte brisa se sintió por el lugar, el ambiente se tornó oscuro y violento y pudieron sentir la ira de Dios hacerse presente en aquel lugar.

—Luzbel —Su Padre pronunció su nombre con fuerza y profundidad, haciendo eco por todo el paraíso—. Terminaste tomando malas decisiones y pecaste contra todos y contra Mí —Luzbel tragó saliva al sentir la molestia de su Padre y sintió las miradas de Gabriel y Miguel posarse sobre él—. Me has decepcionado, hijo, y por tus malas obras, serás separado de todos tus hermanos a un lugar apartado donde irán los que pecaron al igual que tú —Aquello lo hizo temblar y se dio cuenta del terrible error que había cometido.

Desapareció del lugar sin poder despedirse siquiera de sus hermanos y apareció en otro sitio, oscuro y lleno de aquellas tinieblas, con lava ardiente y fuego maligno, un lugar donde no había vegetación y se asemejaba a un planeta sin vida que ardía sin cesar por la cercanía de su sol.

Sólo que en aquel lugar no había un sol que irradiara luz.

Vio a otros de sus hermanos a lo lejos, aquellos a los que había persuadido de ayudarle en la distracción.

Estaba en shock, intentaba procesar todos los acontecimientos y no podía creer que aquel lugar ahora sería su hogar.

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Una fuerte lluvia apagó el fuego del cielo y disipó el humo de todo el lugar. Los ángeles al fin respiraron aire limpio y la naturaleza poco a poco empezó a restaurarse.

Miguel y Gabriel se miraron las caras y ambos sintieron ganas de llorar.

Rafael llegó a donde estaban y los vio a ambos tristes.

—¿Qué pasó? —Preguntó. Ambos rompieron en llanto.

—A Luz lo desterraron por haber pecado —Rafael quedó atónito al escuchar las palabras de Gabriel—. Fue quien provocó el incendio y contaminó a los humanos que Padre creó.

—No puede ser —Eso había sido demasiado para Rafa, el cual buscó un lugar para sentarse y procesar la noticia que le habían dado—. Y ya tenía la cura para él.

—Dudo que haya funcionado con lo oscuro que estaba, si lo hubieras visto te asustaría —Miguel habló sobre lo que vio, sintiendo el ardor de sus heridas al contacto con el agua de lluvia—. Me duele —Se llevó una mano a su brazo y vio cómo la sangre se mezclaba con el agua y se escurría por su codo.

—¿Él te hizo eso? —Rafael se dio cuenta de las heridas de Miguel y se levantó de su puesto para acercársele y sanarlo. Miguel asintió—. Bueno..., a decir verdad..., él ya se veía corrompido, su luz interior se había apagado, no pude resolverlo tan rápido y no estaba preparado para ese tipo de enfermedad, me tardé y por mi culpa terminó así.

—No te eches la culpa, Rafa —Habló Miguel, sintiéndose mal y también culpable en parte—. Él nos necesitaba y lo dejamos solo, no sabemos qué tanto le atormentaron esas pesadillas para volverlo loco, pero seguro fue muy horrible todo lo que vio.

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