Capítulo 1

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BETTY

—Ande Betty, si no va usted entonces que caso tiene. El cuartel debe permanecer unido sin importar lo que pase y ninguna está segura de lo que pueda pasar en una fiesta de éstas.

—Ay si Betty, vea que Inesita no va a ir, ¿y ahora usted? No, que pereza con usted. Bertha por lo menos solo va a ir a comer, pero de mínimo va— Dejé salir un suspiro de frustración. Don Armando había estado hablando conmigo sobre que quería ir a una fiesta de Halloween conmigo hace un par de días, no fue en plan invitación, más bien en plan "cuidadora" de su borrachera; pero para su mala suerte, Aura María había escuchado y había pensado que se refería a que él organizaría una fiesta para toda la planta ejecutiva y sus secretarias.

Él intentó decirle que todo había sido una simple confusión, pero después entró Patricia y ya no pudo aclarar nada o se arriesgaría a que doña Marcela se enterara que se le iba a volar.

Fue entonces que se había visto obligado a improvisar una fiesta a menos de 48 horas y por ello todo estaba muy mal situado.

La fiesta la organizarían en una hacienda vieja de su familia que llevaban años sin visitar, estaba a las afueras de la ciudad y ningún Mendoza la había pisado desde que el abuelo del doctor había fallecido, eso hace más de quince años.

Yo definitivamente no quería asistir, no me imaginaba en una fiesta de apariencias y no estaba tan segura de sí mi papá me daría el permiso. También estaba esa extraña tensión entre el doctor y yo en las últimas semanas, ninguno podía mantener el contacto visual por mucho tiempo sin ocasionar un sonrojo de vergüenza, o incluso el mínimo tacto resultaba sumamente electrizante para mí; además, tampoco tenía ningún disfraz para ponerme. No era de festejar estás fiestas desde nunca, pero la insistencia de Aura María y Sandra me estaban dejando contra las cuerdas.

—Está bien, voy a ir, pero no esperen que vaya con el gran disfraz. Voy a tener que escaparme o echarle una mentira a mi papá, pero iré con ustedes— Las chicas saltaron y dieron un grito de emoción para después darse la vuelta y correr hacía su taxi que ya las esperaba.

Nos habían dejado salir temprano hoy para irnos a arreglar y que pudiéramos llegar a tiempo de regreso aquí a la Van que nos llevaría a todos a la hacienda que nos quedaba sumamente retirada.Yo me di la vuelta y comencé a caminar hacía la parada del bus, repasando en mi cabeza lo que podría ponerme en menos de dos horas cuando Bertha nos fuera a recoger para volver aquí.

ARMANDO

—¿Entonces es definitivo Mendoza? Vamos a pasar el fin de semana más caliente del año con su cuartel de feas en lugar de ir a la fiesta de top models de Adriana Arboleda? Lugar donde no solo están las mejores mujeres del país sino que además hoy se les agrega el plus de los disfraces cachondos. —lanzó una mirada de libidinoso y negué con la cabeza.

— Ay ya Mario, no moleste más. No fue mi culpa que todo me saliera así, además de todos modos yo ni siquiera iba a ir a esa fiesta, sabe bien que esas payasadas ya me aburren a muerte.

—¿Y entonces por qué usted sufre, yo igual tendré que hacerlo? Es un mal amigo usted Armando, pero ya verá, ésta no se la perdono, no tan fácil.

— Calderón vea, es que a mí no me importa si usted me perdona o no, así es que mejor vaya y cambiese, que la Van que contraté llega aquí en dos horas y usted mi hermano aunque no necesite mucho para verse horrible, debe apurarse igual que los demás— Me lanzó una mirada de desprecio antes de salir de mi oficina y tomé una respiración profunda para después levantarme e ir al baño de mi oficina.

Aquí ya tenía el disfraz listo, se trataba de mi traje de jinete recién sacado de la tintorería. No me había dado tiempo de conseguir nada mejor debido a todos los preparativos que me tuve que sacar de la manga en menos de dos días, entre ellos el sacar a Marcela de aquí.

SUSPIROS A MEDIA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora