Capítulo 7

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BETTY

—No podemos quedarnos aquí toda la noche...—Susurré, saliendo del letargo en el que había permanecido desde que Mariana había empezado a contar lo que descubrió en el libro.

—Pues sería una idiota si sale de este estudio, Beatriz, ¡¿Qué no vio a esa cosa que se llevó a Aura María?!— Dijo don Mario, al borde de la histeria y con la cara todavía pálida.

—¡Usted no se atreva volver a hablarle así a Beatriz! ¿Me escuchó? porque la próxima vez, lo termino de matar yo Calderón— Don Armando lo tomó de la camisa y yo bajé la mirada con agotamiento. Me dolía todo el cuerpo y no sabía sí era por el tremendo golpe que me metí con la cabecera de la cama cuando el imbécil ese me quitó el vestido y me quemó la piel con sus manos, o quizá solo se debía a que estaba soñando y mi mente quería despertarse pero el cuerpo no podía. Claro que también estaba la posibilidad de que se debiera a mi ronda de sexo feroz con Don Armando, pero esa última no la quería mencionar mucho en mis pensamientos porque se me iría la mente en pensarlo.

¡Dios! es que no podía ser posible que se tratara de la misma noche. Me negaba a creer que todo lo que he vivido solo ha sido en un par de horas, al menos eso decía mi lado racional ya que mi cuerpo manifiesta estar viviendo esto desde una eternidad.

—No, yo me refería a salir de la casa— Interrumpí su pelea y los dos me miraron con desconcierto— No quiero quedarme más aquí y si tengo que correr hasta la puerta eso haré— Me di la vuelta, temblando de miedo, pero sí tenía suerte solo temblaría así hasta que lograra salir de la casa o esa cosa me matará.

—¡Betty!¡ ¿Pero qué hace?! Deje de decir tonterías— Armando la tomó del brazo y ella se soltó con brusquedad.

—¡No son tonterías! Solo quiero salir de acá, ¡Ya estoy harta de esto!— Grité con desesperación y me di la vuelta de nuevo, pero apenas pude dar otro paso cuando un grito agudo resonando en toda la casa, nos paralizó a todos.

Era Aura María...

¡Por Dios, seguía viva!

—No, deténgase ahí Betty— Don Armando corrió hasta mí y me envolvió en sus brazos— No se le ocurra salir ahora, de seguro es una trampa para hacernos salir a todos de acá.

—¡Y qué pasa si sigue viva de verdad! ¡¿Vamos a dejar que la maten?!— Gritó Freddy y se puso de pie— ¡Tenemos que ir por ella! —Él al ver que nadie se movió, negó con la cabeza y miró el pasillo oscuro— ¡Al demonio!— Soltó con valentía antes de echarse a correr al pasillo.

—¡Freddy no!— Gritó Armando, pero fue tarde porque apenas puso un pie afuera, el espectro de la mujer pasó corriendo y se lo llevó hacía las sombras.

—¡Carajo!—Gritó Mario, pues él se había quedado a apenas un par de pasos de cruzar hacía afuera por la inercia de detener a Freddy.

Yo me quedé petrificada, incluso dejé de respirar por unos segundos.

Don Armando me seguía sosteniendo entre sus brazos y de no ser por eso, yo me habría caído al suelo por la debilidad que llenó mi cuerpo por la impresión.

—¿Ahora sí quedó claro que no podemos movernos de acá?— Susurró Mario con ironía mientras iba recuperando el color en su rostro.

—¡Creo que ya sé que hacer!— Exclamó Mariana con alivio y esperanza, ganándose la atención de todos, pero el timbre de la casa los hizo temblar a todos. Dejando de lado lo que ella acababa de decir para mirar el pasillo.

Nuevamente la silueta de la mujer pasó corriendo ...eso quería decir que no era un truco de David. Alguien inocente estaba tocando el timbre.

Era aquel hombre de David que traía a punta de amenazas a Sandra, Bertha y Wilson. Había frenado el auto delante de la hacienda; abrió el seguro de las puertas traseras primero y jaló del pelo primero a Sandra para tirarla fuera del auto y de la misma forma siguió con Bertha. Cuando se dirigió a la puerta de Wilson lo miró con asco y antes de hacerlo bajar le hizo una advertencia.

SUSPIROS A MEDIA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora