Capítulo 4

523 59 60
                                    

ARMANDO

—¿Entonces qué? ¿Estuvo divertido?— preguntó Aura María paseando su mirada por todos los que iban llegando. Era cínico que se atreviera a preguntar teniendo en cuenta que ella y Mario habían sido los últimos en llegar y que se cargaban tremendos chupetones en el cuello.

Era absurdo también pensar que Betty y yo habíamos tenido temor de vernos tan obvios, pero bueno, esos dos eran un par de cínicos.

—Yo me divertí muchísimo, pero creo que para hacer las cosas justas debería ser uno de nosotros los que hagan las parejas ahora. Entre ustedes se conocen y pueden hacer trampa, pero nosotros somos imparciales— Aura María sonrió coqueta y asintió.

—Me gusta la idea, además yo ya tuve un poco de lo que quería— Le guiñó un ojo a Mario— Entonces van ustedes...—Ella se colocó en el círculo y yo miré al tipo que se había quedado en medio.

—Ya tuve la oportunidad de presentarme formalmente con algunos, pero para los que no, mucho gusto, soy David y es momento de que cierren los ojos...— Sentí que un malestar extraño me llenó el pecho cuando él apenas soltó esas palabras y yo lo obedecí sin tener tiempo de dudar.

Fue como si hubiera tenido el control de hacerme cerrarlos y eso me aterró. No sabía de dónde habían salido ellos, pero no me daban buena espina, no lograba cuadrarme ninguno, sobre todo este que parecía ser el líder.

Me movieron de lugar casi de inmediato y volví a sentir ese piquete de inquietud en mi pecho. Ya no importaba la magnífica ronda anterior que había tenido con Beatriz, esto se sentía como el principio de algo terrible...

—Pueden abrirlos...—Y de nuevo sucedió, lo obedecí sin pensarlo, casi como un instinto.

Mire alrededor, él se había emparejado conmigo...pero más alarmante aún, había emparejado a Betty con el idiota que me había dicho que era linda y no dejaba de morbosearla a cada rato.

—Seré tan justo como la anfitriona anterior, pero no solo les daré quince minutos de diversión. Pueden alargarse a unos veinte...— Sonrió de lado y dio una palmada que colocó una sonrisa en la cara de todos, menos en la de Betty. Ella me miró con miedo mientras dejaba que ese hombre la arrastrara hacía las escaleras.

Yo di un paso al frente para seguirlos, pero ese tal David me puso una mano en el pecho.

—No te preocupes por ella, estará perfectamente bien si haces todo lo que yo te pida—Dijo despacio, con tono grave y lúgubre.

—No te atrevas a amenazarme en mi propia casa...

—No fue una amenaza... al menos aún no— Comenzó a caminar a las escaleras y volteó a mirarme con una sonrisa— Veamos a dónde la han llevado, Armando.

Y ahí estaba otra vez esa familiaridad con la que decían mi nombre. Dios mío, ¿Qué es lo que estaba pasando? ¿Quién carajos es ésta gente?

Lo seguí escaleras arriba, él incluso parecía conocer bien la casa porque se metía entre habitaciones que conducían a más habitaciones escondidas y alejadas. Esto no era coincidencia, estábamos atrapados en medio de algo, algo que yo sentía que me arrancaría el alma.

—Vamos a comenzar el juego...—Dijo sentándose en la cama de una de las habitaciones de hasta el fondo— Yo hago preguntas y tú me contestas con la verdad.

—Yo también puedo hacerte preguntas y la verdad me encantaría hacer muchas.

—¿Sí? bueno, lo que tú quieras no me importa, yo empezaré...

—¿Por qué debería dejarte hacerlo Damián? o David como sea que te llames, muy fácilmente puedo sacarte de mi casa a patadas— Soltó una risa burlona y se alzó de hombros con indiferencia.

SUSPIROS A MEDIA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora