Capítulo 8

395 55 78
                                    


ARMANDO

—Estoy harto de este juego, Armando. Ya mate a dos de tus amigos, ¿Quién más debe morir frente a tus ojos para entender que no hay nada que puedas hacer para salir de esto?— David me miraba con desdén mientras caminaba hacía donde permanecía arrinconado con Betty aferrándose a mi.

Su cara estaba enterrada en mi pecho para no mirar el cadáver de Freddy y Aura María.

Nosotros habíamos quedado llenos de su sangre así que la entendía perfectamente bien, yo también quería echarme a llorar cómo lo hacía ella; pero no podía, incluso con el dolor y el miedo, el coraje seguía ganando en mi interior.

—¿Qué caso tiene que siga luchando contra un tramposo de todos modos? Ni siquiera con tus deseos de venganza es razonable que seas tan cobarde como para enfrentarte a nosotros sin darnos la oportunidad de pelear.

—¿Pelear?—Dijo en tono burlón— Aún si tuvieras el doble del poder que tengo yo, no podrías compararte conmigo. He esperado acabar con tu familia por mucho tiempo así que sé que esta es la pelea más justa que puedo darte.

—No...no lo creo. Tú no eres nadie ni siquiera con el pacto que has hecho porque de serlo, habrías acabado conmigo desde hace un buen rato porque no importa si al final los matas a todos y me dejas al último; Una vez que termines conmigo, tú vida también se acabará y todo ese poder no va a valer absolutamente nada.

Puso una sonrisa con los dientes apretados, su mirada se iba opacando y parecía tener un ligero temblor en las manos que se iban cerrando en puños. Yo sonreí con suficiencia por haberle hecho daño, quizá solo en su ego, pero sí de algo me servía ser hombre es que entendía la magnitud de las palabras que dieran inestabilidad a tu orgullo y tus capacidades.

—¿Entonces buscas hacerlo justo?— Respondió con ironía y colocó una sonrisa macabra— Hagámoslo justo, Armando.

Sus ojos se tornaron de un rojo brillante y extendió los brazos hacía los lados como una señal para retarme. No entendí a que se estaba refiriendo, al menos no hasta que mi pecho empezó a doler de una manera horrible. Como si alguien estuviera agarrando mi corazón y lo estrujara con fuerza...

>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>>

Armando dejó de abrazar a Beatriz para protegerla para llevarse sus manos a su pecho, intentando mitigar el dolor que lo estaba haciendo gritar con agonía.

—¡¿Don Armando, qué le pasa?!— Gritó Betty, llena de pánico por ver cómo se doblaba del dolor. Se quitó de en medio de sus piernas y llevó sus manos al pecho de él, pero no sentía nada diferente. No entendía qué es lo que David le había hecho —¡¿Qué es lo le hiciste?!— Gritó con rabia en dirección del hombre.

El se alzó de hombros y sonrió aún más.

— Él va a tener lo que quería, ser igual a mí. Claro que de manera distinta porque él no fue específico; dijo que quería una pelea justa, pero no con quién así que decidí llenar ese hueco en sus palabras porque tenía mucha razón en decir que mi vida se acabaría con la suya.

—¿Y con quién tendría una pelea justa si no es contigo?

— Con el mismo, por supuesto— Dijo con diversión— En este momento un demonio está intentando tomar posesión de él, solo que una parte suya no deja de luchar y por eso le duele tanto— Sonrió mientras lo miraba retorcerse en el suelo— Después se levantará y comenzará a perseguirlos a todos ustedes hasta que estén muertos; después el demonio sale, yo me río y él al darse cuenta de que mató a sus amigos y la mujer que le gusta, hará el pesado trabajo de terminar con su vida y yo seguiré aquí

SUSPIROS A MEDIA NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora