Una Chica Explosiva

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–¡Eres un enorme pendejo!– gritó Martin.

–¿Y a ti qué te importa?– le sacó Anthony la lengua –Estoy intentando hacer algo por mi amigo.

–Me importa en lo más mínimo tu novio– contestó –¿No te bastó con arruinar la cena de la otra vez que ahora quieres incendiar la cocina?

–Oigan, dejen dormir– apareció Molly mientras soltaba un bostezo.

–Dios santo, ponte algo de ropa.

La chica estaba solo envuelta en una bata de dormir y debajo su cuerpo tal y como Dios la había traído al mundo.

–No quiero– se cruzó de brazos.

–Hazlo, puedes incomodar a Alastor– dijo Anthony.

–Aww ¿Tienes miedo de que te robe a tu novio?– lo miró pícara.

–¿Pueden irse de aquí? Quiero hacerle el desayuno a Al.

‐Pues al paso que vas incendiarás la casa– entró Nifty –Y aunque amo limpiar, hoy no estoy de humor para eso. Hazle un cereal.

Los hermanos se le quedaron viendo. Marty incluso cargó su pistola y Molly tomó un cuchillo.

–Quiero decir ¿Guau?– se puso en cuatro puntos.

–Ay, que bonita eres, Nif– se agachó la chica a acariciar su cabello.

–¿¡Enserio soy el único que se da cuenta de que hablo hace literalmente cinco segundos!?– gritó el mayor.

–No sé de qué hablas– cambió Anthony de tema. Se escuchó sonar la tostadora –¡El desayuno está completo!– sonrió y fue por el pan que, al igual que toda la demás comida, estaba quemado.

–Se ve asqueroso– soltó Marty mientras se asomaba al plato que su hermano estaba acomodando.

–Ay, no está tan mal– dijo Molly –Le falta el color que debería tener y abusa del negro, pero lo que importa es el sabor.

Alastor entró de repente con un gruñido.

–Buenos días, dormilón– se acercó Anthony con una sonrisa juguetona.

–Nada de buenos, desperté gracias a un horrible olor a quemado– contestó de mala gana.

Martin ahogó una risa mientras que el rubio formaba una sonrisa nerviosa.

–Te preparé el desayuno– le acercó el plato con un par de hot cakes negros.

El demonio se le quedó viendo un rato a la comida para luego volver sus ojos al joven.

–¿Es una broma?

–Emm, no. Me levanté temprano para hacerlo– se sonrojó ligeramente –Es como un agradecimiento por toda la ayuda que me has dado últimamente– se acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja.

–Pero que asco, ni pienses que comeré esa basura– lo hizo a un lado.

–¿Qué? Pero yo...

–Se ve asqueroso, prefiero ir a sacar algo de la basura.

–¡Eres un desagradecido! ¿Sabes cuánto tardé en hacer esto?

–Ese no es mi problema. Anthony, no sé bien qué intenciones tienes ahora, pero no me interesa tu jueguito.

Martin ahogó una risa.

El menor bajó la mirada y sintió sus ojos cristalizandose.

–Tienes razón, fue una estupidez– tiró la comida – Estaré en mi habitación.

Summoned By AccidentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora