7.

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Esa tarde había sido muy tediosa, una vez que había bajado a saludar, no había vuelta atrás para ir a su habitación. Tenía la mínima oportunidad de poder salir, aunque lo veía menos probable.

— ¿Por qué no salen un rato para no aburrirse aquí? —propuso Emmelin, parecía que en ese momento le había leído la mente a Summer.

—Me parece una idea magnifica. —afirmó Summer. Se levantó del sillón y fue por su abrigo. No tardó más de cinco minutos, cuando volvió y seguida de Melissa, ambas salieron al patio delantero.

Ninguna de las dos se dirigía una sola palabra, lo que lo hacía incluso más incómodo. Summer pensaba en momentos, ir a visitar a Lía, pero recordaba que no podía alejarse más de lo acordado. Por otro lado, Melissa caminaba por allí alejándose considerablemente.

— ¿A dónde vas? —preguntó Summer, alcanzado a su compañera.

—A cualquier lugar donde no estes tú. —contestó Melissa.

—No puedes alejarte más de lo permitido, si algo te ocurre me mataran a mí.

—Tendríamos un idiota menos en el mundo. —continuó caminando.

— ¡Oye! —reclamó. —Un loco esta buscando a alguien a quien llevarse.

—Es más probable que se lleve a tu amigo antes que a ti, es una lastima. —contestó.

— ¿Lo dices por qué se llevó a Katya? —se defendió. El semblante de Melissa se volvió más serio y mostraba frialdad.

—No. —dijo tajante. —Tu amigo es el que podría desaparecer muy pronto si sigue andando solo por ahí.

A los pocos segundos, de la casa de enfrente salía una chica castaña y con flequillo, cuyas manos estaban dentro de los bolsillos de su abrigo, era Lisa Hendrick, la nueva compañera de clase de Summer y Melissa. Seguido de ella, un chico más alto y del mismo color de cabello; y un poco más alegre, probablemente era su hermano.

Melissa volvió a su semblante natural y caminó al otro lado, pasando de largo a Summer. Quien había quedado algo confusa ante el extraño comentario de Melissa. ¿Por qué estaba tan segura de que su amigo va a desaparecer? ¿A quién se refería? ¿Podría ser Noah, Roger, Tom? ¿O tal vez Peter?

Pensó por el resto del día, en la cena y antes de dormir. Pero ¿qué probabilidad había de que ocurriera? Tal vez y solo lo decía por molestarla, aunque por su forma de hablar, parecía ser enserio. Dejo los pensamientos a un lado y se fue a dormir.

Broksford - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora