10. Missing

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Advertencia: El siguiente capítulo contiene escenas que pueden dañar la sensibilidad del lector.

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Era una noche fría y lluviosa. En las entrañas del bosque había una cabaña tan vieja que parecía tener moho en cada rincón. Un hombre cuyo rostro estaba cubierto con una máscara y vestía de color gris, arrastraba a otro inconsciente.

El enmascarado lo dejó en medio de la sala totalmente vacía. Donde en el fondo estaba Beatrice Nowak, cuyas manos estaban atadas, mientras que su boca estaba cubierta con cinta adhesiva. Su semblante demostraba terror y a su vez sollozaba mientras forcejeaba para liberarse. Al igual que también estaba Katya Aubriot, Andree Kahler, Jozef Jakov y por último, Peter Harrison (este último inconsciente). Los tres observaban aterrados lo que estaba por ocurrir.

—Ven acá. —dijo el hombre, quien la tomó del cabello y la arrastró hasta donde yacía el otro chico. Beatrice soltó un grito ahogado antes de ser tirada bruscamente al piso. El hombre caminó hacía la oscura esquina al lado izquierdo de la habitación, agarró una bolsa que libera sonidos metálicos y pesados.

Al volver al centro de la sala, tomó la bolsa del otro extremo y una serie de herramientas cayeron al piso. Entre tijeras para podar arbustos, martillos y hachas oxidadas, entre otras cosas. El hombre caminó hacía Beatrice y le quitó la soga de las manos.

—Elige una herramienta. —ordenó; Beatrice temblorosa cerró los ojos y tomó un acha, tenía tanto miedo que sus manos temblaban incontrolablemente. —Matalo. —volvió a ordenar y apuntó al chico que yacía en el piso, el cual acababa de despertar.

— ¿Q- Qué está pasando? —dijo asustado. El hombre se acercó al chico, aun adormilado, y poso su cabeza con fuerza en el piso, el chico había comenzado a gritar y rogar aterrorizado.

— ¿Por qué no cortas su cabeza? —sugirió. —Así terminaras más rápido y yo me encargaré del resto. —dijo, el chico intentaba liberarse pero eso solo ocasionaba que el hombre presionara más su cabeza contra el piso.

— ¡No! ¡Por favor, no! —dijo entre llanto y terror. Beatrice se acercó temerosa, sosteniendo el arma con ambas manos. Los gritos del chico eran cada vez más inaudibles.

— ¡Callate! —gritó el hombre. —Vamos, hazlo. —animó, Beatrice posó el acha en el cuello del chico. — ¡Hazlo ya! —exclamó.

Beatrice cerró los ojos y dio un fuerte golpe con el acha, salpicando gotas de sangre. El chico dejó de gritar al instante y en su lugar un gran charco de sangre salió de la conexión entre su cabeza y tronco. El hombre despego la cabeza y la pateó, dejando en el piso, trozos de carne y un tronco que dejaba ver parte del hueso de su columna, acompañado con algunos otros trozos de carne.

Beatrice miró aterrorizada la escena y tiró el acha al piso, mientras que el resto también contemplaba la escena con terror.

Broksford - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora