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Finalmente había llegado el tan esperado viernes, y el estreno de la película «Mr. Rabbit» al fin había sido posible. Pero sorpresivamente, había un poco más de gente de lo esperado, dejando ver que en su mayoría eran jóvenes de poco más de quince años.

Esa misma tarde, Peter pasaba el rato en el patio trasero de su casa. Era otro día nublado y algo lluvioso, su padre por alguna razón también había decidido hacer algunas cosas en el jardín y justamente había elegido a Peter para que le ayudara.

—Papá, recuerda que la premier es a las 7:00 —dijo Peter. —. Debo estar diez minutos antes.

—Lo sé hijo, lo sé. —aclaró el señor Harrison. —Será rápido, antes de que comience a llover. Solo acomodaremos algunas cosas del almacén.

—Me pregunto por qué no le pediste a Simón que te ayudara. —renegó y fue hacía el almacén. Al abrir la puerta, jaló la cadena que tiraba desde el techo y encendió la luz. Cuatro cuervos salieron del almacén y revolotearon contra Peter, quien se cubrió con ambos brazos. — ¡Esto es un nido!

—Sí, no entiendo como llegaron ahí. —comentó el señor Harrison, quien se acercó. —Acomoda las cajas del fondo en la mesa. 

Peter caminó hacía el fondo y tomó la primera caja, podía encontrar una infinidad de herramientas del jardín y otras cosas, algo que llamó su atención fue un dibujo de dos niños y un hombre con cabeza de conejo. Al ser demasiado viejo, la hoja lucía amarillenta y algo gastada de las orillas.

—Papá, ¿Y este dibujo? —preguntó. Su  padre, quien miraba el interior de otra caja.

— ¡Ah! Lo hice cuando tenía doce años. —respondió mientras tomaba la hoja.

—Luce como el personaje de la película. —comentó Peter.

—Supongo que el director se basó en él, era un niño de apenas cinco años. —explicó. —Él solo era un personaje de entrenamiento para niños en ese entonces.

— ¿Por qué los personajes de antes eran tan aterradores? —cuestionó.

—Eran épocas distintas. —hizo énfasis. —Cuando tengas mi edad lo entenderás. —le entregó nuevamente la hoja y continuaron acomodando las cajas del almacén, Peter guardó el dibujo en su chaqueta sin que su padre se diera cuenta y continuaron acomodando las cajas.

Pasaron las horas y dieron las seis con cuarenta y cinco. Peter se despidió de sus padres y salió de su casa caminó unas cuantas cuadras hacía el cine, debía suponer que Roger y Noah ya estaban ahí; aun que ese día la intranquilidad no le dejaba en paz, sentía como si alguien lo siguiera a donde fuera.

Al llegar buscó a Roger y Noah, quienes esperaban en la fila para entrar a la función, no era ninguna sorpresa que hubieran más jovenes de su edad esperando.

— ¡Al fin llegas! —exclamó Roger. —Ya casi llegamos al mostrador. Avanza muy rápido.

—Lo siento, mi padre me pidió que le ayudara a acomodar algunas cosas en el almacén. —dijo apenado. —Suerte y terminamos rápido.

—Vaya, ¿por qué no le pidió ayuda a tu hermano? —quiso saber Noah.

—No lo sé, supongo que era el más cercano. —contestó. — ¡Por cierto! Encontré esto mientras le ayudaba. —sacó el dibujo del bolsillo de su chaqueta y se lo mostró a Noah.

—Luce como Mr. Rabbit. —dijo Roger.

—Lo mismo pensé, dijo que era un personaje de entrenamiento cuando era niño. —explicó. —Luce aterrador.

Continuaron charlando por un rato hasta llegar al mostrador, por suerte alcanzaron tres boletos y accedieron a la sala. Luego de unos minutos, la película comenzó, su trama trataba la historia de un policía que investigaba el caso de la desaparición de ocho niños, donde el responsable era el aclamado «Mr. Rabbit». La película resultaba ser algo sangrienta pero intrigante.

Luego de dos horas, salieron del cine, estaba oscuro y había comenzado a llover. Los tres caminaron unas cuadras hasta llegar un momento en que se separaron, en ese momento Peter se sentía más inseguro que nunca caminando a casa. Estaba tan pensativo que no se dio cuenta de que había chocado con alguien y no era nada más y nada menos que el señor McLagen.

—Buenas noches, señor. —saludó.

—Niño, ¿qué haces solo a estas horas? —preguntó.

—Voy a casa. —respondió.

—No deberías ir solo, es peligroso. —dijo. —Vamos, iré contigo. —Peter de alguna manera sentía algun tipo de protección al estar con McLagen, ambos caminaron juntos, pero hubo un momento en que Peter se detuvo frente a un callejón totalmente oscuro.

McLagen no se percató de que Peter se había detenido hasta que vio que iba totalmente solo, observó por todos lados y lo único que encontró fue una hoja doblada en cuatro partes. Desde esa noche, no supo más de Peter.

Broksford - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora