{Tres}

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Vamos a tomar un momento para apreciar el simple hecho de que no le mostré el dedo del medio a este idiota por siquiera pensar que yo podría tener sentimientos negativos hacia él. De verdad quise hacerlo, pero contuve la punzante necesidad de mi dedo de ser elevado. En su lugar, la ira que se formaba en mi interior comenzó a presentarse. Me giré y vi sus ojos llenos de pura ansiedad.

—No seas idiota, Tweek. —Le dije. Una mezcla de emociones se cruzó por mi rostro: alivio, confusión e incertidumbre. Entonces vi que sus ojos se ponían acuosos.

—Entonces por qué tú... —Fue en ese momento que alguien entró a la tienda, haciendo que Tweek salte. Ninguno de los dos esperaba un cliente.

Suspiré para mi mismo y me levanté, le di palmaditas en su cabeza sin mirarlo antes de caminar hacia el mostrador para atender al tipo. Una vez el cliente pagó su bebida, se sentó en una de las mesas por unos pocos minutos para beber su café antes de desaparecer. Solo entonces el silencio reinó otra vez.

Ninguno de nosotros parecía querer decir algo. Noté que Tweek intentaba mantenerse ocupado al limpiar las mesas que ya había limpiado hace unas horas; el trapo en su mano refregaba circularmente la superficie una y otra vez. Después de una hora, el silencio incómodo fue cortado por los pasos de los padres de Tweek entrando.

—Muy bien chicos, —el señor Tweak dijo con una sonrisa—, los dos pueden irse y descansar.

Tweek y yo asentimos y nos dirigimos a la trastienda a dejar nuestros delantales. Cuando terminamos, caminamos juntos por las frías calles de South Park aún hundidos en el silencio incómodo. La nieve caía y se amontonaba en el suelo, en mi gorro azul y en el revoltoso cabello rubio de Tweek. Volteamos a vernos, compartimos un silencio mutuo por aproximadamente cuatro segundos y después tomamos caminos separados.

El resto del camino a casa consistió en mí intentando darme calor con la ayuda de mis manoplas y mi gorro. Me tomó mucho tiempo llegar a mi casa y quitarle el seguro a la puerta. Entré, aliviado de que era más cálido en el interior que el exterior y cerré la puerta detrás mío. Supongo que debí ser menos ruidoso ya que un segundo después entró la mocosa de mi hermana.

—¿No podías cerrar más duro? —preguntó irónicamente, su cabello era un desastre y su pijama estaba arrugada y desgastada.

Le hice la seña en toda su cara y no dije nada. Ella me devolvió el gesto antes de regresar a su habitación, murmuró algo sobre lo molesto que soy o algo así. La verdad no le presté mucha atención.

Después de ponerme cómodo y caliente en mi cama, fruncí el ceño porque la luz del sol entraba por mi ventana. Se sentía raro tener que dormir por el día en vez de por la noche. Deje que mis ojos se cerraran paulatinamente y caí dormido.

• • •

—Oye niño—, un grupo de niños (solo un poco mayores que yo) me llamaron mientras caminaba hacia mi figura sentada. Estaba detrás de la escuela fumando, pendiente por si algún profesor llegaba cuando ellos me interceptaron. —Este es nuestro lugar.

Mis ojos se fijaron en ellos con pereza, tomé una profunda calada a mi cigarro antes de botar el humo.

—En realidad es propiedad pública.

—Vamos hombre, solo vete. —Uno dijo caminando hacia mí. Me quedé viéndolos por un minuto mientras inhalaba una última vez y tiraba el cigarrillo en la nieve. Me paré y la verdad es que era un poco más alto que el tipo que me acaba de hablar.

—Espera, ¿no eres el tipo ese que se la pasa con el loquito? —Uno de los de atrás observó.

—¡Wow! ¡Sí es! —El tipo al frente mío exclamó.

—Craig Tucker. Ese es mi nombre, no "el tipo ese"—. Informé, ellos se rieron.

—Eres un descarado—, el que estaba al frente cruzó sus brazos y sonrió—. Me agradas. Que malo que estés con un anormal.

¿Un anormal? Mi Tweekers no es un anormal. Me dieron ganas de golpearlo en la cara por decir algo como eso. Pero, básicamente Tweek era mi único amigo... No podía dejar pasar la oportunidad de estar con más gente... Antes de que me diera cuenta que estaba pasando, abrí la boca; mis labios moviéndose más rápido que mi cerebro.

—¿Hablas de Tweek? Sí, es molesto. —Mentiroso—, la única razón por la que estoy con él es por el café gratis. La verdad es que es un rarito.

—Nos llevaremos muy bien—, habló el que no había hablado hasta ahora con una sonrisa.

—¿Craig...?

Oh carajo.

Me giré para ver a nadie más que Tweek Tweak parado justo detrás mío con la mirada más dolida que alguna vez vi en él. Escuché la risa del grupo detrás de mí y como el sonido de los pasos de Tweek desaparecían mientras corría en otra dirección.

• • •

Mis ojos se abrieron y miré alrededor, solo para encontrarme en la seguridad de mi propio cuarto. ¡Otra vez ese estúpido sueño! Sucedió en secundaria, ¿por qué aún me persigue? Oh, sí, porque me arrepiento de cada segundo. Me senté y puse mis manos en mi rostro. Ese año había comenzado a fumar y logré pararlo en noveno. Ahora solo fumo si tengo oportunidad, no lo hice un hábito para no terminar como la gente que ruega porque le compres un paquete.

—¡Mierda! —Murmuré, dejándome caer en la cama y alzándole el dedo al techo, dándole mi peor mirada. Ese estúpido día en séptimo era la razón principal por la que me odio.

—¡Craig, levántate! ¡Mamá dice que llegarás tarde al trabajo! —Escuché a mi hermana llamando desde el otro lado de la puerta cerrada.

—¡Puta vida! —Susurré. Se me había olvidado que tenía que trabajar otra noche con Tweek. Me arrastré fuera de la cama y me alisté en el estado miserable en el que me desperté.

Lo otro que supe fue que me encontraba cara a cara en la puerta de Harbucks de nuevo. Tal vez un día podría mirarla e irme por otra dirección sin preocuparme de que me despidan. 

Muérdeme •Creek• (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora