{Cinco}

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—¡Esto es estupido! ¡Estamos en preparatoria, deberíamos ir a fiestas! —Clyde se quejó después de otra ronda de Mario Kart.

—Solo dices eso porque sigues perdiendo, —Tolkien contraatacó. Llevamos jugando desde que salimos de la escuela. En cada ronda terminaba en primer lugar y Tolkien justo después que yo. El puesto de Clyde variaba entre el quince y veinte, aunque llegó al tercer lugar en el mapa del Centro Cocotero.

Me paré, dejando mi control de la Wii en el piso.

—Ya me voy.

Tenía que llegar a Harbucks lo más pronto posible o llegaría tarde al trabajo. Era viernes, y ya que mi trabajo comenzaba a las 5, decidí pasar mi tiempo con estos dos idiotas. Inesperadamente, fue muy divertido patearles el trasero en un juego dirigido a un público infantil.

—Hasta luego viejo—, Tolkien respondió sin siquiera mirarme. Estaba eligiendo otro personaje para la siguiente ronda.

—¡Espera! ¡Llévame contigo! —Clyde se apresuró a levantarse y agarrarme de un brazo dramáticamente.

—Clyde, vuelve aquí—, dijo Tolkien soltando un suspiro. Seleccionó a Huesitos.

—¡Qué aguafiestas Tolkien! —gimió Clyde. Rodé los ojos y me fui antes de que pudieran decir algo más.

Llegué a Harbucks en menos de 15 minutos. Revisé la hora en mi celular rápido para después deslizarlo por el bolsillo de mi pantalón y abrir las puertas a la cafetería, inhalé el olor a granos de café y cremas. El señor Tweak parecía dichoso al verme entrar. Así que me dirigí al almacén, tomé mi delantal, me lo puse y lo amarré torpemente. Salí a donde él estaba tomando órdenes. Ya había acabado de ayudar al cliente con su café entonces cambié de turno con el señor Tweak.

—Los veo mañana chicos—, pronunció antes de desaparecer por la puerta trasera. Y así comenzó mi noche con Tweek.

...

Al principio no pasó nada importante. Al igual que los otros días después del incidente durante el almuerzo, no habíamos hablado mucho entre nosotros. Se acercaba la medianoche y el flujo de clientes parecía disminuir drásticamente, prácticamente vacío en comparación con cuando llegué por primera vez. Así que, naturalmente, ambos usamos este tiempo libre a nuestro favor. Como siempre, a pesar de que yo era un ser humano francamente horrible, me preparó un Latte de Vainilla para mantenerme despierto. Sin embargo, una vez que lo dejó frente a mí, se sentó al otro lado de la mesa y miró su taza de café. Cualquier otro día habría pasado junto a mí y se habría apoyado contra el mostrador o algo así.

Permitiéndome examinarlo, noté que estaba inquieto más de lo habitual. Siguió agarrando el extremo de su camisa manga larga y luego sus manos se retiraron de nuevo a su vaso lleno de espuma. No me estaba mirando, de hecho, parecía que estaba tratando de concentrarse en cualquier cosa menos en mí, y se retorcía cada dos segundos. Cuando se negó a hablar, decidí que ya había tenido suficiente.

—Tweek—, mi repentina voz lo asustó y se sobresaltó—. ¿Qué diablos te pasa esta noche?

—Yo...yo...yo... —. Se mordió el labio lo suficientemente fuerte como para sacarse sangre y una vez que la probó comenzó a enloquecer. —¡Oh DIOS! ¡Voy a morir desangrado! ¡Oh, mierda, amigo!

Se agarró el cabello y se levantó, corriendo hacia las servilletas y presionándolas contra su labio.

—Es en serio—, exhalé antes de ponerme de pie lentamente y hacer mi camino hacia él. No me notó hasta que tomé las servilletas de sus manos y las presioné contra su labio por él, ya que las dejaba caer al suelo sucio. —Estarás bien.

Muérdeme •Creek• (Traducción)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora