CAPÍTULO 11: PAN DE LILIUM

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El olor del pan tostado llenaba toda la cocina, un delicioso aroma a café que se colaba por la puerta y el sonido de la música ligera tocando desde la pequeña bocina del celular colocado en la barra que dividía la cocina del pequeño comedor en el que Porsche y Porschay desayunaban desde que se habían mudado a la zona residencial más cara de la ciudad.

Kinn observaba hipnotizado como Porsche parecía danzar mientras preparaba el desayuno de Chay y el almuerzo que llevaría el día de hoy, un espectáculo divertido pero tierno. Hubiera preferido que Porsche se quedara más tiempo acurrucado en su pecho pero como siempre su hermano siempre sería su prioridad.

-Porsche, me iré al trabajo ahora, te veo mañana.-

-mmmmm.-

Kinn frunce el ceño al ver que había sido completamente ignorado por lo que decidió acercarse a tomarlo por la cintura y olfatear su cuello sin vergüenza alguna.

-¿Kinn qué haces? me haces cosquillas.-

-Me has ignorado, tenía que castigarte de algún modo.-

-Pero estoy haciendo el desayuno, además nunca te despides, siempre te vas cuando estoy en la cocina.-

Era verdad, normalmente esperaba unos 10 minutos y se iba sin decir una palabra pero un delicioso aroma a pan le había distraído cuando salía de esa casa, no le gustaba quedarse más tiempo por temor a encontrarse con el hermano menor, por alguna razón se sentía culpable cada vez que lo veía.

-Tengo un poco de tiempo extra, además verte en ese delantal me ha abierto el apetito.-

En realidad no era solo el delantal, también era el short naranja muy corto que dejaba al descubierto sus largas piernas y esa camiseta holgada que dejaba ver los chupetones que le había hecho a lo largo de la noche.

-Basta, lo acabamos de hacer hace menos de una hora y Chay vendrá en cualquier momento.-

-Bien, supongo que es hora de irme.-

Kinn resopla decepcionado, nunca había tenido el líbido muy alto pero ahora debía arreglar el pequeño problema que se encontraba en sus pantalones, por suerte no lo había tocado más de la cuenta o entonces sería imposible ocultar su erección.

-¿Vendrás mañana?-

-Definitivamente ¿Por qué la pregunta?-

-Mañana no estaré aquí.-

-¿Por qué?- Kinn le mira con el ceño fruncido, una reacción que no esperaba pero que no podía evitar.

-Pete me ha invitado a ir por unos tragos, parece querer descargarse de algo.-

Porsche pone una pose pensativa y Kinn no puede evitar sentirse molesto por la interrupción de la nueva rutina que había creado en las últimas dos semanas.

-¿Entonces me estás rechazando por Pete?.-

-No seas exagerado, los últimos días solo te he visto a ti, ya no me dejas ir a trabajar al bar, solo soy un amo de casa esperando por su pequeño hijo para luego esperar a que se quede dormido para follar con el marido.-

Kinn se queda pasmado en la posición en la que se encuentra, su corazón le había punzado al escuchar como Porsche le acababa de decir marido, sabía que era una broma pero simplemente la idea le causaba dos reacciones, culpa y... placer.

-Kinn, hey Kinn, ¡Kinn!.- Porsche chasquea los dedos intentando sacarlo del trance en el que parecía estar metido.

-Lo siento, debo irme ahora. Te mandaré un mensaje.-

Kinn sale casi corriendo de la casa mientras un Porsche confundido le observa desde la ventana. Había estado actuando muy extraño desde hace un par de días, estaba más encimoso y pegajoso.

Pan con mermelada (KinnPorsche)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora