Capítulo 5

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Sheena dejó el lápiz sobre la mesa y se recostó en el respaldo de la silla, clavando la mirada en el techo de la biblioteca. Llevaba quince minutos en la misma página y no era capaz de concentrarse; a diferencia de Víctor y Jean, que estaban inmersos en el resultado de un problema matemático en el que llevaban trabajando más de media hora. Ryder se limitaba a hacer dibujitos en sus apuntes mientras escuchaba música a través de su viejo walkman.

No podía dejar de pensar en Alex y Lisa. A penas había visto a Jonathan esos cuatro días, había estado ocupado después de que la presunta desaparición de Alex empezara a remover aún más el ambiente del pueblo. Y, para variar, nadie tenía ni idea de nada.  

—Te he dicho que da 35,6. 

—¿Eres tonto? Da 24, tienes que dividir esto de aquí y sumarlo —le susurró Jean a Víctor, ya cansado del tema. 

—¿Pero qué dices? No hay que dividir, hay que multiplicar, ¿a que sí, Sheena? 

Los dos se giraron para mirarla, y ella bajó la vista algo distraída. 

—¿Eh?

—¿Cuánto te da esto? —susurró Víctor poniéndole el ejercicio delante de las narices. 

—¿El qué? 

—Déjalo. 

Víctor volvió a lo suyo y le arrebató la hoja a Jean para corregirle, aprovechando que él seguía mirando a Sheena. 

—Oye, ¿estás bien?

Ninguno de los dos se dio cuenta, pero Ryder se había retirado los cascos y también miraba a Sheena con curiosidad. 

—Sí, sí, claro. 

—Está bien...

—Voy a salir un rato, tanto silencio me está matando.  

Sheena no esperó ninguna respuesta, se levantó intentando no hacer mucho ruido y se dirigió a la puerta de la biblioteca para tomar el aire junto a la pared de fuera. 

Llevaba allí un par de minutos cuando escuchó unos pasos tranquilos acercándose a ella. Se sorprendió al ver a Ryder, pero al ver que se acababa de encender un cigarro no le pareció tan raro tenerlo ahí fuera. 

—Eh, ¿qué te pasa? 

Aquello la dejó aún más extrañada. Más que nada porque no parecía tratarla con su mal humor habitual, ni siquiera le hablaba a la defensiva. Por eso mismo le respondió en el mismo tono, uno directo pero tranquilo. 

—Nada, ¿por qué lo preguntas? 

—Estás rara desde lo de Lisa. 

Que fuera tan directo hacía que ella tuviera que pararse a pensar qué respuesta quería darle.

—Bueno, no es algo que pase todos los días. 

—Ya... Pero ya sabes a qué me refiero, no estás nada conforme con lo que hace la policía. 

Sheena suspiró y se metió las manos en los bolsillos de la chaqueta. 

—Pues no. 

Ryder se balanceó sobre sus talones, mirando el cigarro que sostenía entre los dedos algo pensativo. 

—Y... uhm... ¿Sabes cómo llevan los casos? 

A Sheena se le llegó a pasar por la cabeza la idea de contarle lo poco que sabía hasta el momento, incluyendo la llegada de Jonathan... Pero esa idea se esfumó tan rápido como vino.

—Bueno, de momento no hay gran cosa. 

—¿Tu madre te habla sobre eso? 

—No mucho, de hecho procura evitarlo. Aunque no se le da muy bien... —murmuró ella desviando la mirada de Ryder —. ¿A qué viene tanto interés? 

𝖯𝖾𝖼𝖺𝖽𝗈𝗌 𝖮𝖼𝗎𝗅𝗍𝗈𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora