Capítulo 15

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—Todo esto es por mi culpa...

Ryder se agachó delante de Sheena, que se había inclinado en la silla para cubrirse la cabeza con las manos en un gesto ansioso.

—No, no lo es. Deja de decir eso —murmuró el chico buscando su mirada.

—Si tan solo hubiera estado más pendiente de él, o le hubiera advertido de...

—¿Advertirle de qué? —soltó Jean, que se encontraba de pie junto a ellos, cruzándose de brazos.

—Sheena, para. No es culpa tuya, si no era él iba a ser otra persona, ¿entiendes?

—¿De qué estáis hablando? —insistió Jean.

Los tres habían ido a comisaría junto a los padres de Víctor para denunciar su desaparición. Sheena no podía evitar sentirse consumida por la culpabilidad de no haber pasado tanto tiempo con él ni de haber podido encontrar al verdadero responsable. Ryder se sentía abatido y vacío con la pérdida de su mejor amigo. Y Jean cada vez reflejaba más en su aspecto la ansiedad que le había ido invadiendo las últimas semanas, provocando en él un humor difícilmente aguantable.

—De nada —se limitó a contestar Ryder antes de volver a centrarse en Sheena.

Jean le ignoró y se dirigió directamente a la chica.

—¿De qué tendrías que haberle advertido, Sheena? —volvió a preguntar agachando la cabeza para mirarla.

—El hombre al que detuvieron no es el culpable. Y esto le prueba al sheriff que, una vez más, teníamos razón —murmuró más para sí misma que para él.

—¿Te has estado metiendo en esto? —le acusó Jean —. ¿Es en serio? ¡Te dije que no lo hicieras!

Ryder se levantó de golpe para apartarle de un empujón cuando vio que su pérdida de nervios estaba atosigando a la chica.

—¿Pero a ti qué te pasa? ¿Crees que es el mejor momento para ponerte a gritar gilipolleces?

—¡Le dije que no se metiera!

—¿Y qué si lo hace? No es asunto tuyo. Así que haz el favor de relajarte —le espetó Ryder colocándole una mano en el pecho.

—¿O qué? ¿Me vas a pegar?

Aquella actitud era tan extraña en alguien como Jean que Ryder no supo cómo reaccionar, se limitó a observarle con el ceño fruncido intentando descifrar lo que le pasaba por la mente en aquel preciso instante.

—Pero qué cojones te pasa...

—Vale ya, los dos —dijo Sheena colocándose entre ambos —. ¿Podemos centrarnos en lo que realmente importa ahora?

—Si nos hicieran un poco de caso... —murmuró Ryder alejándose de Jean.

Y es que, desde que habían llegado y soltado al primer policía que habían encontrado lo que sucedía, lo único que habían podido hacer era esperar a que alguien se pronunciara. Ya fuera Kate, Jonathan o... Morin; aunque Sheena rezaba con todas sus fuerzas para que no fuera él.

(...)

En la azotea de la comisaría, Jonathan se paseaba en círculos intentando contactar con el laboratorio al que había mandado la pulsera de Alex. Llevaba ya cuatro intentos y no daba señal, por lo que empezaba a perder la paciencia.

—Venga, venga...

¿Diga? —oyó al otro lado de la línea al tercer pitido.

—¡Por fin! ¿Dónde te habías metido?

𝖯𝖾𝖼𝖺𝖽𝗈𝗌 𝖮𝖼𝗎𝗅𝗍𝗈𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora