Capítulo 16

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—Esa es la letra del sheriff... Le estaba amenazando —dijo Sheena, recordando las notas que el susodicho le escribió a Carl Mason.

—"Sé lo que hiciste" —leyó Ryder —. ¿A qué viene esto?

—Hay más —añadió ella antes de empezar a leer las demás —. "No podrás esconderte", "El tiempo corre"... No lo entiendo, ¿qué sentido tiene poner a alguien alerta si lo que quieres es pillarle desprevenido?

—¿Y por qué no nos dijo nada? ¿O a sus padres, aunque fuera?

—Por miedo, quizá... —dijo Sheena encogiéndose de hombros —. Es decir, ¿qué podría ocultar Víctor para que Morin decidiera jugar así con él?

—Un psicópata no necesita motivos para...

En ese preciso instante oyeron un trasteo de llaves en la cerradura de la puerta principal, alertándoles de la llegada de los padres de Víctor junto al que resultaría ser Jonathan. Rápidamente, volvieron a dejarlo todo en su sitio y empezaron a buscar desesperadamente una salida para evitar ser atrapados.

—Escóndete en el baño —le susurró Ryder a Sheena.

—¡No! Nos van a pillar si nos quedamos aquí —exclamó ella también entre susurros —. Tenemos que salir por la ventana.

—¡¿Estás loca?! —soltó él girándose de golpe para mirarla.

—Solo es un piso, ¡venga!

Al ver que él seguía dubitativo, Sheena se acercó a la ventana para saltar a la parte del tejado que la rodeaba. La verdad era que no estaba muy alto, pero las vistas impresionaban un poco.

Desde fuera se asomó al interior de la habitación para tirar de Ryder hasta ella. Él seguía sin verlo muy claro, pero al oír los pasos que se aproximaban desde la escalera no dudó en saltar al otro lado y cerrar la ventana lo máximo posible para que nadie sospechara.

—Vale, lista, ¿y ahora qué? —inquirió nervioso.

—Pues... uhm... —se calló de golpe al oír voces en el interior de la habitación.

Miró a Ryder y este le hizo un gesto para que guardara silencio y se apartara del cristal cuando se encendió la luz del cuarto. Supusieron que Jonathan había acompañado al matrimonio para inspeccionar la casa, pues es lo que parecía que estaba haciendo.

—Antes me ha dicho que no salía mucho de aquí, ¿no? —oyeron preguntar a Jonathan.

—Algunas veces iba a la taberna del puerto o a la iglesia, pero... no —contestó el padre de Víctor.

Ryder y Sheena compartieron una mirada confusa al instante. ¿A la iglesia? Víctor nunca iba a la iglesia; al menos que ellos supieran.

—Nunca me deja entrar a su cuarto, así que está todo tal y como él lo dejó —dijo la madre.

Mientras los tres adultos seguían en el interior de la casa, Ryder y Sheena se las apañaron para bajar con ayuda de las tuberías que recorrían las paredes de ladrillo. No había sido fácil, pero tampoco tan peligroso como el chico pensaba.

—Me he raspado el codo... —murmuró Ryder mirándose la zona afectada —. No te vuelvo a hacer caso en mi vida.

—Eres un quejica, no ha sido para tanto —dijo Sheena.

—Lo que tú digas... Ya me lo compensarás —suspiró él colocándose a su altura —. ¿Tú sabías que Víctor iba a la iglesia?

—No, si se resistía cada vez que sus padres le obligaban a ir con ellos los domingos.

𝖯𝖾𝖼𝖺𝖽𝗈𝗌 𝖮𝖼𝗎𝗅𝗍𝗈𝗌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora