ni las palabras me salen

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Tras sufrir todas las clases necesarias, la joven aishi se fue a su hogar, donde su hermano la esperaba impaciente y listo para darle un abrazo cuando ella llegará. Ante tal pensamiento la aishi mayor sonrió de medio lado, era feliz con su vida, con su hermano y con su vida estudiantil.

Pero, como siempre, la aishi sintió que en cualquier momento todo se acabaría si era feliz, pensaba que su madre podría llegar en cualquier momento y toda la vida que había formado...

No existiría

La vida que formó sin su madre, se irá a la basura y cada logro no valdrá nada

Todo será un sueño, un maravilloso sueño

La joven aishi detuvo su paso al ver que estaba frente a su casa, dejó sus pensamientos y entro a su casa con una sonrisa para su hermano menor...

Siendo consciente de todo, Ayato le dio espacio a su hermana para pensar, dudando de decirle o no la noticia que su padre, le dijo.



























Siendo alrededor de las cuatro de la mañana, alguien tocó la puerta, ayano fue adormilada a la entrada de la casa para ver quién era el desquiciado que iba a su casa a esa hora de la madrugada. Tras abrir, vio a un azabache alto de ojos negros con una carta entre sus manos.

???: Buenos días ayano-nee, soy Ayashi Aishi -saludo y se presentó el joven nervioso- soy.... Em.... Quien te apuñaló el otro día ¿Me recuerdas?

Mientras hablaba, ayano no pudo evitar notar que, al contrario de ella, Ayashi podia expresar emociones al igual que Ayato.
Ayano solo lo dejo pasar y le dijo

Ayano: soy ayano como ya sabes, puedes dormir en la habitación que está al lado de la de nuestros padres -dijo seca la joven- y para que lo sepas, espero que no vuelvas a apuñalarme, de lo contrario me veré en la necesidad de responder con un cuchillo en tu garganta

El joven Ayashi solo asintió y siguió a su hermana hasta la habitación en la que se quedaría.

Ayashi hace no más de 8 horas había salido de la cárcel, pues habían pagado su fianza, pero el aún sentía la culpa de haber apuñalado a su hermana. El, en ese entonces, estaba drogado y no sabía lo que hacía.

O eso logro entender ayano en medio de llantos y sollozos.

Ayano: "que la luna te acompañe
Que las estrellas te llamen
Que los viejos focos te iluminen
Por qué yo, no lo haré

¿Por qué dices tú?
¿Por qué debería? dije yo
Solo se que existes
¿Y es mi responsabilidad que respires?

Ya naciste, creciste y te fuiste
¿Que quieres que haga?
Tu hiciste tu camino
Ahora déjame hacer el mio"

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