My lvr boy :ff/HyunIN:

೫' * ₊ Ritual: 01 :♡⃕: Velas, papel y tinta.

Decir que JeongIn "vigilaba" a su vecino casi todas las noches para saber que hacía en su azotea, en realidad se escucha muy mal, pero si, en efecto, era eso, por meses había espiado a HyunJin y descubrió por varias noches que el chico tenía un patrón.

Había corrido completamente la cortina de su ventana sin dejar que la luz de la luna se colara, y los días primeros, algunas veces los días veinte y veintitrés de cada mes, su vecino trepaba por la escalera para quedarse en la azotea de su casa, a veces por más de diez minutos y otras su estadía era tan corta que sorprendía a JeongIn bajando casi de inmediato sin darle tiempo siquiera para espiarlo correctamente.

Aquel deporte de riesgo, como él lo había nombrado, pues nunca había sido descubierto, no afectaba en su hora de dormir, tampoco afectaba en sus clases o calificaciones, aunque, a decir verdad solo una vez afecto el día de películas en familia, pero lo supo manejar dos que tres veces; su interés en el chico Hwang y en ese ahínco (que recién había descubierto escuchado perfectamente aquella noche) de conseguir alguien quien lo amara lo dejaba pensando en las noches y se preguntaba él también debería de probar aquello, subir a su azotea y pedir por alguien, pues él tampoco tenía a quien amar.

¿Acaso eso funcionaba?

En realidad no veía mucho resultado en el chico Hwang, pero en lo que si se había dado cuenta todos esos meses, era que cada que lo espiaba tras su cortina, una pequeña bolita cálida crecía en su pecho y comenzaba a darle un poco de miedo.

Esa noche Hwang llevaba con él un par de velas, un papel blanco y entre sus dientes, un lapicero, JeongIn se dio cuenta de que había salido más abrigado y por poco se vio tentado a abrir la ventana para checar el clima por él mismo.

Lo vio subir lentamente, se tomaba de las varillas cuadradas pintadas de negro y soldadas de alguna manera aquella pared con sumo cuidado, pues las cosas en sus manos, que no eran muchas, le limitaban su ascenso un poco; un paso en falso y su pie resbaló. JeongIn desde su habitación no pudo ahogar un casi grito.

Hwang HyunJin había escuchado aquel sonido en esa pacífica noche y volteo por sobre su hombro teniendo la imagen de Yang JeongIn, su vecino de al lado, que lo veía desde su ventana con sus ojos bien abiertos, su cortina aferrada a su mano en un puño y la otra a la altura de su boca, vistiendo su pijama simple y con su cabello un poco alborotado.

HyunJin se quedó estático en su lugar y JeongIn también.

Ese día no era veintitrés.