Los archivos de Lysson

Capítulo 40: Tuya es la senda

El profesor fue a prepararse junto a los dos miembros de su equipo, por otro lado Tileo lideró el grupo para despertar a todos los refugiados y darles la noticia, dijo exactamente todo lo que discutieron en la reunión, de que si no actuaban esa noche iban a convertirse en sirvientes de Lysson por un rayo homónimo que el villano estaba construyendo y que aunque no estaban preparados tenían un plan desesperado que podría funcionar pero era del plan suicida pero para que tuviese oportunidad de funcionar necesitaban voluntarios para que peleasen con los plagados. No iban a obligar a nadie a ir ya que solo querían a gente valiente y segura de lo que hacían, los que no deseaban ir podían quedarse en el refugio.

La gente se puso nerviosa, muchos lloraron, otros comenzaron a maldecir a los cuatro vientos, pero solo un grupo no hizo nada de eso, solo un grupo de valientes se acercaron y se ofrecieron voluntariamente.

            (La patente determinación en los corazones de los voluntarios)

Matiere: ¡Si necesitan voluntarios entonces cuenten conmigo!

Benigno: ¡Y conmigo!

Dexio y Sina: ¡Nosotros también ayudaremos!

Beatriz: ¡Y yo! No se vayan sin mi

Tileo: ¡¿Usted profesora?! ¿Segura que no quiere quedarse?

Beatriz: Segura, si Augustine va hacer su parte yo también quiero hacer algo para que nuestro destino pueda cambiar, no ir sería como quedarse a esperar el fin del mundo de brazos cruzados

La demás gente escuchó las palabras de la científica y se dieron cuenta de lo ridículo que era quedarse por lo que todos los refugiados, aunque muchos tenían miedo decidieron ofrecerse para formar parte de las fuerzas de distracción, obviamente se ofrecieron todos los capaces de luchar, todos los ancianos, niños pequeños y madres se quedaron, pero ya eran suficientes para formar un gran grueso. Mientras tanto el profesor fue al laboratorio provisional donde sacó un estuche de bolsillo con herramientas y se colocó una bata de repuesto, luego dijo unas palabras a los chicos.

Ciprés: Kalm, Corelia, solo quiero decirles en caso de que no lo logremos que yo...

Kalm: Alto no lo diga profesor, lo tenga que decir lo dirá cuando volvamos triunfantes

Corelia: ¡Si como lo dice mi rival! No queremos palabras de angustia profe, no gracias ¡Lo único que queremos es saber que dará todo su corazón en esto y que no habrá nada que le haga rendirse! ¡Anda dígalo!

Kalm: ¡Si dígalo!

Ciprés: ¡NO ME RENDIRÉ! ¡Quiero...! ¡QUIERO LLEGAR A SALIR CON GRACE!

Corelia: ¡SI ASÍ!

Kalm: Supongo que algún día tendré que llamarte padre, con esa persistencia y con lo que hablamos antes en lo que me declaro tu cómplice acabaremos siendo familia dentro de nada

Tras una breve risa el grupo de sabotaje estaba listo, por otro lado el equipo de distracción estaba ordenándose, Tileo motivaba a los mas dudosos con la ayuda de Lino y Édel, estos sorprendidos vieron como un herido Narciso se les unió quien durmió desde la tarde hasta esa hora en la madrugada sintiéndose mejor aunque no del todo curado pero listo para andar, otro grupo de mujeres hablaba entre ellas con Grace a la cabeza quien las motivaba y les decía que no por ser mujeres no tienen lo necesario, que valen incluso más y que es deber de ellas volver a salvo por todos esos hombres que las necesitan, también levantaron los ánimos de aquellas que no podían ir por cuidar de sus hijos o de los ancianos muy cansados o enfermos para ir, diciéndoles que no se sintieran mal por quedarse que su labor era importante para la preservación de los débiles. Los niños preescolares también repartían buenas vibras y ánimos o todo el que se viera con miedo o inseguro aun si no conocían a esa persona, eran como ángeles de la guarda.