03

284 35 12
                                    

La habitación se encontraba sola y en completo silencio, ella justo ahora estaba siendo atendida. Lo sabía, ella...

Ella había despertado.

Respiré una vez más intentando tranquilizarme, pero cada que cerraba los ojos sólo veía a mi mujer desmayada. Sólo veía las marcas en su cuerpo y la sangre en su ropa.

No sabía cómo sentirme al respecto siquiera, se suponía que ella estaba...muerta.

Y aunque algo me había hecho aferrarme a la creencia que seguía viva, no esperaba para nada el encontrarla de esa manera tan sencilla luego de tanta búsqueda, cartas de amenaza y su desaparición tan limpia y perfecta.

*ғʟᴀsʜʙᴀᴄᴋ*

Ahí estaba ella, frente a mí.

Sentía como no podía mantener mi tacto estable, las manos me temblaban, mi corazón latía con tal intensidad como si pronto se fuera a detener de tanto esfuerzo, sentía ganas de llorar y al mismo tiempo de gritar y avisarle a todo el mundo que había encontrado a mi mujer.

-Tómese su tiempo. - Dijo el doctor detrás de mí, entonces salió de la habitación de manera silenciosa dejándonos solos.

No pude contenerme más y dejé que las lágrimas salieran.

Acaricié suavemente su cabello pudiendo apreciar nuevamente lo cuidado y sedoso de este.

Dejé su cabello y busqué sus manos, sentí una puñalada al corazón cuando vi las marcas ya poco visibles en sus muñecas.

En algo ese hijo de puta no había mentido, ella sí había estado encadenada.

Simplemente no podía imaginarme el cinismo de una persona para haberle hecho algo tan horrible como eso.

No me cabía en la cabeza como a ella, una mujer tan noble, sonriente, tranquila y honesta le podía pasar algo así. A ella, que no tenía nada que ver ni deber con algo así.

Con el tacto tembloroso y frío, apenas acaricié sus manos y vi como aquellas seguían tersas a pesar de todo lo que fuera que ella hubiese vivido.

Con las lágrimas corriendo por mis mejillas entrelacé mi mano con la suya, dejando que su calor me invadiera.

Y fue ahí cuando sentí la paz y la tranquilidad que me arrebataron cuando se la llevaron. Ella había vuelto y con ella, me había regresado la tranquilidad. Y con ello, mi llanto se fue volviendo más leve hasta desaparecer.

La miré con detenimiento, a pesar de todo ella seguía en un estado de inconsciencia o sueño donde todo era la paz que ella estaba necesitando.

Se veía divina dormida.

Bajé mi mirada a nuestras manos y sentí como su mano se terminaba de entrelazar con la mía. La miré y aún con los ojos cerrados sonrió ligeramente.

-Estás a salvo amor mío...perdóname por todo, te extrañé con el alma. - Susurré.

Ella estaba despertando.

-¿Amor? - Preguntó débil.

-Dime princesa.

Y sin darme cuenta, el acercamiento de nuestros rostros era notable.

-Tengo miedo... - Susurró.

Antes de que pudiera responderle y hacerle saber que a pesar de las órdenes de la psicóloga yo siempre la protegería, sus labios se encontraron con los míos teniendo un contacto lento y suave.

Sin pensarlo cerré los ojos y guié el beso al ritmo inicial.

Dejé de pensar un momento y simplemente me dejé llevar por la emoción del momento.

Había extrañado sus labios sobre los míos como no tenía una jodida idea.

-Estás conmigo y nada va a pasarte, te lo prometo amore. - Respondí cuando nuestros labios se separaron con lentitud.

Me separé para poder observarla mejor y de inmediato volvió a sonreír ligeramente, suspiró mucho más tranquila y volvió a su sueño.

Sonreí cómo tonto enamorado luego de ella. Tenerla conmigo y que por un momento ella despertara un poco de su sueño para hablarme y con eso hacerme saber que todo estaría bien y regresarme la fuerza para enfrentar esto, no tenía comparación.

Besé su mejilla y solté con cuidado su mano, me puse de pie dispuesto a salir de la habitación.

Ella probablemente no recordaría nada de esto al despertar, pero yo sí y me aseguraría de como fuera que ella también lo hiciera...muy a pesar de que no podría verla de cerca ni tratarla.

Yo la amaba más que a cualquier cosa y encontraría la manera.

-No quisiera interrumpirlo, pero pronto llegará quien la va a acompañar en su proceso y tendrá que retirarse antes de que ella despierte. - Avisó el doctor medio abriendo la puerta.

Asentí y comencé a caminar a la puerta.

-Ya estoy listo para dejarla en sus manos. - Respondí, la miré, acostada y tranquila. De inmediato recordé nuestro beso. Sonreí y salí de la habitación al paso del doctor. - Vamos.

*ғɪɴ ᴅᴇʟ ғʟᴀsʜʙᴀᴄᴋ*

Respiré un par de veces logrando tranquilizarme un poco.

La había dejado con las mejores atenciones, ahora tenía que encargarme del responsable de todo esto y de protegerla a distancia.

𝐏𝐨𝐥𝐢́𝐭𝐢𝐜𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐀𝐦𝐨𝐫 (𝓐𝓲𝓭𝓪𝓷 𝓖𝓪𝓵𝓵𝓪𝓰𝓱𝓮𝓻)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora