ੈ 🥀 ⃟⿻VIII

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Esta historia fue escrita con el propósito de entretener, por lo que no busca ofender a nadie.
Cualquier comentario que sea en busca de incómodar y/o criticar de manera destructiva, será eliminado.

Angst:sufrimiento emocional del personaje principal.

Este capítulo lo hice más personal por error, refleje muchas cosas en Quackity, lo siento.
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El alcohol se había acabado, ni un rastro de más de aquella bebida se veía en la oscura y desarreglada casa, la cual parecía abandonada, como si el dueño la hubiera dejado en sus peores condiciones y simplemente se marchará, más eso no era así y aquello se comprobaba al ver la silueta del propietario, el cual se encontraba recostado en medio del hogar.

Quackity ya no sentía nada, tal vez la tristeza también lo había abandonado y solo había dejado aquel doloroso sentimiento que no bajaba, sus ojos se notaban cansados y la evidencia de que no había dormido eran aquellas bolsas abajo de sus cuencas, su respiración era pausada, cansada.

A primera vista el chico parecía haber muerto dada su lenta y apenas notoria respiración y lo descuidado que se veía su cuerpo, pero había algo que delataba su desafortunada vida y aquello era la soga rota que posaba al rededor de su cuerpo.
Quackity lo había vuelto a intentar, quería ir a los brazos de la romantizada y temida muerte pero parecía que lo había rechazado brutalmente.

“Hasta la muerte me quiere lejos...” era aquel el pensamiento del chico que de cierta forma le causaba gracia.

Cerro sus ojos sin nada en que pensar, lo había perdido todo, ya ni siquiera podía ver a aquel chico tan hermoso que aparecía de ves en cuando en su mente, lo que le llevaba a preguntar si es que aquel chico había sido el amor de su vida en otra vida o si solamente era una forma de escape que su cabeza buscaba y si era así, la vida le estaba dando una mentira para que no se matará por completó, pero ahora ya no lo tenía, no lo podía soñar, ver o tocar y eso le resultaba desesperante.
Lentamente las lágrimas comenzaban a salir aquellas que pensó que se le habían agotado y para su desgracia venían acompañadas de pensamientos intrusivos.

“Jamas pude hace nada bien”, “solo estoy molestando”, “A nadie le importa un estúpido niño”, “¿Qué hice para merecer aquello?”

Pequeños sollozos resonaron en la abandonada casa, el lamento agonizante del chico era ignorado por todos, a nadie le había importado y eso le había quedado claro, tal vez hubiese dolido menos si no se hubiera encariñado, tal vez no estaría llorando si no se hubiera enamorado, tal vez y solo tal vez todo había sido su culpa.
¿Cuántas veces no le habían dicho que tuviera cuidado? Por su inmadurez lo había perdido todo, por su ceguera ahora estaba solo, luego estaban los aldeanos, todos lo habían traicionado, todos aquellos a los que ayudo le dieron la espalda y lo desecharon.

La traición era algo que siempre dolia, era consciente de eso, pero no podía entender porque no podía odiarlos, tal vez era demasiado estúpido o tenía un corazón muy grande.
El dolor en su pecho volvía a instalarse y en un acto desesperado de calmarlo se abrazo a si mismo, sintiendose miserable al ver qué ahora ya no tenía a nadie, que se había vuelto a quedar solo.

En medio de su miseria la silueta de un hombre alto poseedor de dos orejitas peculiares espiaba a aquella pobre alma mediante uno de los agujeros de aquel hogar, el hombre sentía su estómago revolverse y la culpabilidad se apoderaba en su cuerpo. Había dejado a su amigo a la deriva por culpa de sus celos y ahora que lo había visto, podía observar más a detalle el estado en el que se encontraba.

Cansado || Quackity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora